El blanco muro coronado
por un tibio estallido
de sol y flores nuevas,
mansamente
el cauce de las venas.
La piel mojada por el sudor
sobre la jerga,
la boca corrompida
por un beso
y un nombre que se asoma.
¿Qué otra cosa es si no la primavera?
© Miguel Ángel Romero, 2015