Por error, creemos que el bien no es recompensado, que el mal no es castigado y que la vida carece de justicia verdadera. ¿Por qué? Porque la memoria de nuestras acciones positivas y negativas se desvanece con el pasar del tiempo y, cuando aparecen los efectos retardados, los vemos como simples sucesos al azar. No te equivoques, ¡todo cuenta! Hoy, presta atención a la forma en que piensas, hablas y actúas. Cada pensamiento cuenta, cada acción cuenta, cada palabra cuenta. |