Las atracciones personales pueden ser fatales, pero casi siempre terminan en sólidas relaciones de amor o de amistad. Cuando la simpatía que sienten entre sí dos individuos resulta en mutua devoción permanente, pudieran estar protagonizando el milagro de las almas gemelas.
Aristófanes (446-386 BC) fue un dramaturgo histriónico de la Antigua Grecia que intentó explicar de manera mitológica el origen de la pasión humana por encontrar el alma gemela.
Según este autor, también conocido como el padre de la comedia, los hombres originarios poseían dos caras, cuatro manos e igual número de piernas. El dios Zeus, temeroso del poder de semejantes mortales, obtuvo dos individuos de cada uno de ellos y desde entonces cada mitad busca su parte complementaria.
Aunque el tema es tratado con profundidad metafísica en casi todas las escuelas esotéricas, resulta evidente que una de las fuerzas motrices naturales de este fenómeno radica en la función reproductiva.
Cuando un óvulo es fecundado, sucede a escala celular el milagro de la concepción, el cual consiste justamente en la fusión de dos células sexuales de distinto tipo para dar lugar a una nueva vida. Nada más ilustrativo de la típica unión indisoluble entre las almas gemelas.
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