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General: El Rey Lear
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 26/10/2013 03:36

El Rey Lear

Di que me amas. Di: «Te amo»,
dímelo por primera y por última vez.
Sólo: «Te amo». No me digas cuánto.
Son suficientes esas dos palabras.
«Más que a mi salvación», dijo Regania.
«Más que a la primavera», dijo Gonerila.
No sospechaba que mentían.
Di que me amas. Di: «Te amo»,
Cordelia, aunque me mientas,
aunque no sepas que te mientes.

Todo se ha diluido ya en el sueño.
La nave en que pasé la mar,
fustigada por los relámpagos,
era un sueño del que aún no he despertado.
Vivo brezado por un sueño,
inerme en su viscosa telaraña
para toda la eternidad,
si es que la eternidad no es un sueño también.

La tempestad me arrebató al Bufón,
al pícaro azotado, deslenguado, insolente,
que era mi compañero, era yo mismo,
reflejo mío en los espejos
cóncavos y convexos, que inventó Valle-Inclán.

Los brazos de las olas me estrellaron
contra el acantilado y un buen día,
ya no recuerdo cuándo, desperté
y hallé sobre la arena
piedras labradas con primor,
sillares corroídos, lamidos y arañados
por los dientes y garras de las algas.
Entonces,
desatado del sueño,
comencé a rehacer el mundo mío,
que se desperezaba bajo un sol diferente.

Y aquí está, al fin, delante de mis ojos;
oigo como jadea
con la disnea del agonizante, del sobremuriente.
Espera a que tú llegues
y me digas «te amo».
Conservo aquí los cielos que viajaron conmigo:
grises torcaces de Bretaña, cobaltos de Provenza,
índigos de Castilla.
Sólo tú eres capaz de devolverles
la transparencia, la luminosidad
y la palpitación que los hacían únicos.
Aquí están aguardándote.

Quiero oírte decir, Cordelia, «te amo».
Son las mismas palabras que salieron
de labios de Regania y Gonerila,
no de su corazón. Más tarde
se deshicieron de mis caballeros,
hijos del huracán, bravucones, borrachos,
lascivos, pendencieros. Regresaron
al silencio y a la nada.
La niebla disolvió sus armaduras,
sus yelmos, sus escudos cincelados,
aquel hervor y desvarío
de águilas, quimeras, unicornios,
efigies, delfines, grifos.
¿Por qué reino cabalgan hoy sus sombras?

Mi reino por un «te amo», sangrándote en la boca;
mi eternidad por sólo dos palabras:
susúrralas o cántalas sobre un fondo real,
agua de manantial sobre los guijos,
saetas que desgarran con su zumbido el aire.
Así la realidad hará que sean real
en las palabras que nunca pronunciaste
-¡porque nunca las pronunciaste!-
Y que ultrasuenan en un punto
del tiempo y del espacio
del que tengo que rescatarlas
antes de que me vaya.
Ven a decirme «te amo».
No me importa que duren tus palabras
lo que la humedad de una lágrima
sobre una seda ajada.

En esa paz reconstruida
-sé que es tan sólo un decorado-, represento
mi papel, es decir, finjo.
Porque ya he despertado,
ya no confundo el canto de la alondra
con el del ruiseñor. Y aquí vivo esperándote
contando días y horas y estaciones
y cuando llegues, anunciada
por el sonido de las trompas
de mis fantasmales cazadores,
sé que me reconocerás
por mi corona de oro, a la que han arrancado
sus gemas las urracas ladronas,
por la escudilla de madera que me legó el bufón,
en la que robles y arces depositan
su limosna encendida, su diezmo volandero,
el parpadeo del otoño.

Ven pronto, el plazo ya está a punto
de cumplirse, y no me traigas flores
como si hubiese muerto.
Ven antes de que me hunda
en el torbellino del sueño,
ven a decirme «te amo» y desvanécete enseguida.

Desaparece antes de que te vea
nadando en un licor trémulo y turbio,
como a través de un vidrio esmerilado,
antes de que te diga:
«yo sé que te he querido mucho,
pero no recuerdo quién eres».



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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 26/10/2013 03:37
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  • Cumbre

    Firme, bajo mi pie, cierta y segura,
    de piedra y música te tengo;
    no como entonces, cuando a cada instante
    te levantabas de mi sueño.

    Ahora puedo tocar tus lomas tiernas,
    el verde fresco de tus aguas.
    Ahora estamos, de nuevo, frente a frente
    como dos viejos camaradas.

    Nueva canción con nuevos instrumentos.
    Cantas, me duermes y me acunas.
    Haces eternidad de mi pasado.
    Y luego el tiempo se desnuda.

    ¡Cantarte, abrir la cárcel donde espera
    tanta pasión acumulada!
    Y ver perderse nuestra antigua imagen
    arrebatada por el agua.

    Firme, bajo mi pie, cierta y segura,
    de piedra y música te tengo.
    Señor, Señor, Señor: todo lo mismo.
    Pero, ¿qué has hecho de mi tiempo?

    José Hierro

    Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
    De: Ruben1919 Enviado: 26/10/2013 03:38

    Las Nubes

    Inútilmente interrogas.
    Tus ojos miran al cielo.
    Buscas detrás de las nubes,
    huellas que se llevó el viento.

    Buscas las manos calientes,
    los rostros de los que fueron,
    el círculo donde yerran
    tocando sus instrumentos.

    Nubes que eran ritmo, canto
    sin final y sin comienzo,
    campanas de espumas pálidas
    volteando su secreto,

    palmas de mármol, criaturas
    girando al compás del tiempo,
    imitándole la vida
    su perpetuo movimiento.

    Inútilmente interrogas
    desde tus párpados ciegos.
    ¿Qué haces mirando a las nubes,
    José Hierro?

    José Hierro

    Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
    De: Ruben1919 Enviado: 26/10/2013 03:40
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  • Cae El Sol

    Perdóname. No volverá a ocurrir.
    Ahora quisiera
    meditar, recogerme, olvidar: ser
    hoja de olvido y soledad.
    Hubiera sido necesario el viento
    que esparce las escamas del otoño
    con rumor y color.
    Hubiera sido necesario el viento.
    Hablo con humildad,
    con la desilusión, la gratitud
    de quien vivió de la limosna de la vida.
    Con la tristeza de quien busca
    una pobre verdad en que apoyarse y descansar.
    La limosna fue hermosa -seres, sueños, sucesos, amor-,
    don gratuito, porque nada merecí.

    ¡Y la verdad! ¡Y la verdad!
    Buscada a golpes, en los seres,
    hiriéndolos e hiriéndome;
    hurgada en las palabras;
    cavada en lo profundo de los hechos
    -mínimos, gigantescos, qué más da:
    después de todo, nadie sabe
    qué es lo pequeño y qué lo enorme;
    grande puede llamarse a una cereza
    ( "hoy se caen solas las cerezas",
    me dijeron un día, y yo sé por qué fue ),
    pequeño puede ser un monte,
    el universo y el amor.

    Se me había olvidado algo
    que había sucedido.
    Algo de lo que yo me arrepentía
    o, tal vez, me jactaba.
    Algo que debió ser de otra manera.
    Algo que era importante
    porque pertenecía a mi vida: era mi vida.
    ( Perdóname si considero importante mi vida:
    es todo lo que tengo, lo que tuve;
    hace ya mucho tiempo, yo la habría vivido
    a oscuras, sin lengua, sin oídos, sin manos,
    colgado en el vacío,
    sin esperanza.)

    Pero se me ha borrado
    la historia ( la nostalgia )
    y no tengo proyectos
    para mañana, ni siquiera creo
    que exista ese mañana ( la esperanza ).
    Ando por el presente
    y no vivo el presente
    ( la plenitud en el dolor y la alegría ).
    Parezco un desterrado
    que ha olvidado hasta el nombre de su patria,
    su situación precisa, los caminos
    que conducen a ella.
    Perdóname que necesite
    averiguar su sitio exacto.

    Y cuando sepa dónde la perdí,
    quiero ofrecerte mi destierro, lo que vale
    tanto como la vida para mí, que es su sentido.
    Y entonces, triste, pero firme,
    perdóname, te ofreceré una vida
    ya sin demonio ni alucinaciones.

    José Hierro


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