Nuestro vecino del norte se ha convertido en un Estado cada vez más antidemocrático y represivo también dentro de su territorio. Así lo confirma el brutal arrasamiento policiaco en los últimos días de muchos de los campamentos surgidos en importantes ciudades a raíz de la chispa encendida por Ocupa Wall Street.
El movimiento parecía débil y solitario cuando comenzó con unas 200 personas en el Parque Zucotti (rebautizado de la Libertad) pero pronto ganó el apoyo de la mayoría de los newyorkinos, de sindicatos, intelectuales heterogéneos, artistas y empresarios medianos y pequeños.