No faltará quien objete que esta avalancha de misiones sociales -sanidad, educación, alimentación, vivienda, etc.- no habría sido posible, por lo menos a semejante escala, si Nicaragua, con Daniel Ortega, no se hubiera incorporado a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), beneficiándose de la ayuda financiera de Venezuela y la asistencia sanitaria de Cuba. Es precisamente la fuerza de esta izquierda latinoamericana la que materializa la integración mediante la cooperación, la solidaridad y la complementariedad. Esa es la clave de su victoria.