Mientras Israel creaba aceleradamente un arsenal nuclear, atacó y destruyó, en 1981, el reactor nuclear iraquí en Osirak. Hizo exactamente lo mismo con el reactor sirio en Dayr az-Zawr en el año 2007, un hecho del que extrañamente la opinión mundial no fue informada. Las Naciones Unidas y la OIEA conocían perfectamente lo ocurrido. Tales acciones contaban con el apoyo de Estados Unidos y la Alianza Atlántica.
Nada tiene de extraño que las más altas autoridades de Israel proclamen ahora su intención de hacer lo mismo con Irán.