La historia de las buenas relaciones que el gobierno de Chile había establecido con los terroristas anticubanos se remontaba al menos a noviembre de 1974. Este vínculo que incluyó ayuda en el traslado de explosivos para operaciones terroristas, así como planeación y ejecución de atentados, quedó en evidencia al hacerse públicos documentos desclasificados en Estados Unidos, en los cuales se patentiza la participación de los criminales en la Operación Cóndor.