El asesinato en masa perpetrado por el fanático de extrema derecha noruego Anders Behring Breirik no es un hecho aislado ni el crimen casual de un loco en un país eminentemente pacífico. Esa es la explicación simplista de la derecha, que lamenta que el autor no haya sido de los “otros” y no quiere debate. Es significativo que el líder del racista e islamófobo Partido del Progreso de Noruega al deplorar que Behring haya militado en sus filas, enfatizara: “no es el momento de analizarlo”.