Está comprobado que las grandes corporaciones mediáticas imponen un silencio absoluto sobre este caso, especialmente riguroso en Estados Unidos donde la inmensa mayoría de la población lo desconoce completamente. La ausencia del tema en esos medios no es reflejo de incapacidad profesional de los periodistas sino que obedece a instrucciones precisas, a la decisión política de silenciarlo que procede de los más altos niveles de Washington. Esperar que esos censores cambien de actitud es una ilusión sin sentido, sería practicar el autoengaño. Denunciarlos por ello una y otra vez, es correcto pero insuficiente…..