El inesperado retorno de Chávez y su reciente declaración admitiendo haber sido operado de un tumor canceroso han conmovido a la opinión pública dentro y fuera de Venezuela. La derecha vernácula, fuertemente respaldada por sus soportes financieros y políticos radicados en Estados Unidos y España y descaradamente apoyados por Washington y Madrid se entusiasma (y se engaña) pensando que lo que no pudo lograr en doce años: la destitución del líder bolivariano -por cualquier método, sea por la vía electoral o por la sediciosa del golpe militar o el paro petrolero- lo lograría ahora gracias al cáncer.