En menos de una semana estalló como pompa de jabón el último infundio de la famélica quinta columna del imperialismo yanqui en Cuba y sus más connotados voceros en el exterior. Juan Wilfredo Soto García -otro delincuente común reciclado en disidente por la contrarrevolución- había muerto, supuestamente, a consecuencia de la “paliza” en Santa Clara.
Cuba corre el riesgo de una intervención “humanitaria” después del funesto precedente creado con la ilegal e inmoral agresión de la OTAN contra ese país árabe y el igualmente ilegal e inmoral asesinato de Osama Bin Laden en Paquistán