Dicen que la primera victima de una guerra es la verdad, pero en las confrontaciones bélicas contemporáneas caracterizadas por la asimetría armamentística, la falta de motivos valederos y la fuerte incidencia política de la opinión pública, este axioma se magnifica. Hoy resulta casi imposible discernir y disertar con seriedad sobre muchos hechos que afectan a los pueblos sin contar con la experiencia de haber vivido en carne propia, al menos por un tiempo, aquellos hechos.