Cuando Hillary Clinton pronunció su primer gran discurso sobre la libertad en enero de 2010 poco sabía ella sobre WikiLeaks y las aún por venir revueltas en Túnez y Egipto. Proclamando la libertad en Internet como una nueva prioridad para la política exterior de Estados Unidos, Clinton proporcionó escasos detalles sobre cómo esta nueva iniciativa idealista podría ajustarse a sus fundamentos de la “realpolitik”.