El regreso de Jean Claude Duvalier al escenario de sus crímenes no es una buena noticia. Menos aún cuando su vida en Francia se caracterizó por el lujo y el despilfarro. Sin ser requerido por autoridad internacional alguna, ni imputado por cometer crímenes de lesa humanidad, su estancia desde 1986 puede entenderse, a la luz de los acontecimientos, como unas vacaciones pagadas