Desde hace diez años los más fervientes promotores del capitalismo han presentado a Irlanda como el modelo a seguir. El «Tigre Celta» ostentaba una tasa de crecimiento más alta que la media europea. El impuesto de sociedades se redujo al 12,5% y el impuesto que realmente pagaban las numerosas multinacionales domiciliadas en el país oscilaba entre el 3 y el 4%, ¡un sueño!