Gracias a Dios los cielos han menguado en su inclemencia. Y con el paso de los días hemos podido ponderar con mayor precisión los alcances del desastre que las lluvias han dejado a su paso. Gran parte del país permanece bajo las aguas, aún vemos los desgarrones en los cerros y puentes; vías y represas tienen las huellas de los estragos.