No se va el presidente Nicolás Maduro, las mayorías no se sumaron al llamado insurreccional y no habrá intervención extranjera. “La salida” convocada por Leopoldo López está derrotada. Pero no lo están las fuerzas contrarrevolucionarias. Los focos que quedan son preocupantes porque cuanto más aislados se ponen más violentos y la derecha pretende sacar provecho de una situación de confrontación que afecta el desarrollo normal de las políticas revolucionarias.
La MUD está especulando con la violencia. Pretenden cosechar los frutos del alza de movilización en la base antichavista, encauzándola hacia protestas supuestamente pacíficas que conecten con los descontentos y necesidades del pueblo. Instruyen a sus partidarios a que reclamen por la inflación, la escasez y la inseguridad, ya no por la renuncia de Maduro.
Están especulando con los grupos violentos desatados, que son híbridos de desclasados y estudiantes de clases medias y clases altas, cuya frustración va creciendo a medida que se apaga la esperanza de “la salida” de Maduro; los usan para presionar al Gobierno, pero se les vuelven incontrolables.
Están especulando qué hacer con la Conferencia de Paz. Existen organizaciones representativas de diversos sectores económicos y sociales de la oposición que van a la Conferencia de Paz, pero su representación política no está presentes. Consideran que sacarán más rédito político si no van.
Están especulando con el orden público en sus municipios, los alcaldes han permitido y aupado las guarimbas. Ahora muchos vecinos protestan por “daños colaterales” en sus propios territorios y les reclaman orden. Los alcaldes opositores piden que el Gobierno ponga orden y luego denuncian ante la prensa mundial la supuesta “represión gubernamental”.
Una especulación tras otra. Es algo propio de la politiquería de unos partidos que responden a una burguesía especuladora y parásita.
Desarmar las guarimbas y a los grupos violentos significa una derrota política para la MUD y un triunfo de la unión cívico-militar, que servirá llevar adelante con mayor fuerza la batalla en el terreno económico, que es la otra faceta del golpe imperialista.
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