De Estela Bravo asombra la aparente fragilidad de una mujer que se adentró en espinosos temas con la garra de los decididos a pillar por el cuello la verdad y no permitir que se les escape. Tomó nota, profundizando hasta el esqueleto de cada hecho, sobre guerras y excesos de agrios tonos, en varios puntos del orbe. Y los echó a volar en una obra documentalística que trasciende con mérito sólido.
En 1979, filmando en Nueva York “Los que se fueron”, conoció por azar a la artista cubana Ana Mendieta. “Nos impresionaron sus trabajos porque reflejaban un profundo amor por la tierra que le vio nacer. Al indagar, supe que ella fue parte de los niños enviados sin sus padres a los EE. UU. en los años sesenta. Accedió a narrar su propia experiencia.”
“De inmediato –continúa la cineasta en exclusiva– percibí lo imperioso de contar esta historia, por entonces no suficientemente conocida en Cuba y casi oculta para la opinión pública norteamericana, si es que no la habían recibido de forma adulterada. Personalmente queríamos contribuir en algo para que los niños, en ninguna parte, nunca más pudieran ser utilizados con fines políticos y, al mismo tiempo, ayudar a quienes fueron abusados en la Operación, a recuperarse de sus heridas”.
(A las 8 p.m. del 26 de octubre de 1960, la emisora subversiva conocida como Radio Swan, lanzó un alarmante mensaje dirigido a las madres y padres, afirmando que el estado cubano promulgaría una ley para quitarles la patria potestad a las familias. Fue el primer paso de un plan sedicioso, puesto en marcha por el Departamento de Estado norteamericano, la jerarquía de la Iglesia Católica en Miami, la Agencia Central de Inteligencia y organizaciones de exiliados. El falso decreto fue introducido en la Isla por los agentes de la CIA, José Pujals Mederos y Ángel Fernández Varela y distribuido clandestinamente entre la población. Muchos lo creyeron real. El pánico generado provocó la salida de 14 048 niños. Muchos jamás volvieron a reunirse con sus padres.)
Hoy se conoce buena parte de las incidencias y detalles del ominoso operativo, pero Estela Bravo, con tantos asuntos arduos plasmados en su obra fílmica de manera acuciosa y motivadora, tuvo fuertes dificultades para acopiar la información destinada a su propósito histórico y humanitario.
Nos cuenta que “fue difícil la búsqueda sobre acontecimientos ocurridos muchos años antes. En lo que respecta a Cuba, el material de archivo era escaso. Fue necesario obtener los alegatos de testigos de esa época. De otra parte, instituciones como la Iglesia Católica y la Agencia Central de Inteligencia de los EE. UU. no abren este tipo de archivos, ni siquiera a los adversarios de la Revolución Cubana”.
Pasando sobre esos imponderables, la laureada investigadora insistió. Se acerca a la peterpán Elly Chovel “una mujer excepcional, presidenta del Grupo Pedro Pan de Miami. Gracias a ella fue posible encontrara unos 2000 de aquellas pequeñas víctimas. Los fue reuniendo en su casa, abierta a todas las opiniones y promovió la idea de “cerrar el círculo de nuestras vidas viajando a Cuba”. Desgraciadamente, Elly falleció en el año 2007 sin poder cumplir su sueño.
¿Por qué un libro si el documental ha recibido numerosos premios y cumplió ampliamente su iniciativa?
“Por lo general, cuando se edita una entrevista, solo son utilizados pocos minutos del material obtenido y el resto se descarta. La Operación Peter Pan, todo lo que entraña, merecía dar a conocer cuánto quedó inédito de ese relato que expresaron los entrevistados. Por eso,surgió la idea de plasmarlo en su totalidad en un libro.
“El episodio de la Operación Peter Pan, causante de sufrimientos a niños y adultos cubanos, fue una consecuencia más de la beligerancia delos gobiernos de los EE. UU. hacia la Revolución Cubana. En la actualidad, la injusticia contra los héroes antiterroristas cubanostambién provoca sufrimientos a los prisioneros y sus familiares. Es otra afrenta al pueblo cubano. El presidente Obama debiera liberarlos de inmediato.”
Así enlaza la cineasta ambas injusticias, precisando finalmente:”Hace más de 50 años estamos esperanzados que haya relaciones normales entre los dos países”.
El lanzamiento del libro, bajo el sello editorial de la Casa de las Américas, fue presentado ante un nutrido auditorio que contó con la presencia de varios de aquellos muchachos, que hoy se adentran en la tercera edad. Se dirigieron a los presentes en un clima de máxima emoción y, por momentos en doloroso recuento.
Eusebio Leal, historiador de la Habana, tuvo a su cargo la introducción del tema, recordando a su vez, pasajes significativos del último medio siglo vivido, en particular esos años 60 con sucesos tan traumáticos como los tratados. No ha sido una historia perfecta, dijo, pero ha valido la pena transitar por ella aunque hubiera estos huecos tenebrosos en el trayecto.
(Tomado de Progreso Semanal)