Puede verse en el mapamundi que publicó The Washington Post: están en rojo los países que participaron en el programa de “entrega extraordinaria” que ejecutó la CIA después del 11/9, consistente en la detención y el interrogatorio de sospechosos de terrorismo que EE.UU. no quería traer a su territorio ni procesar públicamente y que fueron secretamente distribuidos y torturados en países de todos los continentes del planeta. Menos uno: América latina (www.washingtonpost.com, 5-2-13).
El mapa grafica los resultados de la investigación que llevó a cabo la Open Society Foundations (OPF) con sede en Nueva York, fundada y presidida por el súper millonario y a ratos filántropo George Soros. Su finalidad es contribuir a “la construcción de sociedades vibrantes y tolerantes, cuyos gobiernos sean responsables y abiertos a la participación de todos”. La CIA logró que 54 gobiernos de los 190 del mundo colaboraran con el programa por el cual los sospechosos eran llevados de un país a otro, a veces a un centro clandestino de detención de la propia CIA en otros países, donde agentes del servicio los “interrogaban” según métodos bien conocidos.
Esta suerte de Plan Cóndor a escala mundial admitía ciertas variantes. Polonia y Lituania permitieron que la CIA manejara prisiones secretas en sus territorios. Muchos países del Medio Oriente, Europa y Asia Central entregaban sospechosos, detenidos por indicación de la Agencia, o informaban sobre otros. En naciones como Jordania, agentes locales realizaban los interrogatorios por cuenta de la CIA. Otros, como España y Grecia, permitían el uso de sus aeropuertos para los vuelos secretos que transportaban estas “entregas extraordinarias”. Hasta Suecia, la insospechable, pasó a la CIA a dos detenidos que fueron luego llevados a Egipto.
Un hecho curioso fue la cooperación de dos países nada amigos de EE.UU.: Irán y Siria; es cierto que ambos son enemigos declarados de Al Qaida y del extremismo sunnita. Dice el informe de OPF: “Irán estuvo involucrado en la captura y entrega de individuos que fueron luego prisioneros de la CIA. En marzo de 2002, el gobierno iraní transfirió quince individuos al gobierno de Afganistán, el cual entregó a diez de ellos al gobierno de EE.UU. Al menos seis fueron puestos en custodia en un centro de detención secreto de la CIA en Afganistán”. En cuanto a Siria, la investigación describe un sistema de tortura como el de siglos pasados. En un artículo del New Yorker publicado en 2005, cuando las “entregas extraordinarias” estaban en su apogeo, la periodista Jane Meyer señalaba que Siria era “el destino más común para la transferencia de sospechosos” y OPF agrega que ciertos detenidos bajo la supervisión de la CIA eran internados en una prisión llamada “La tumba” por sus celdas del tamaño de un ataúd y sometidos a torturas como “la silla alemana”, que les estiraba la columna vertebral.
América latina no está manchada de rojo en el mapamundi del periódico estadounidense esta vez. Y no por falta de ganas del Pentágono, ni porque no existan estaciones de la CIA en cada uno de sus países. A fines de noviembre de 2002, cuando el plan de “entregas extraordinarias” entraba en funcionamiento, el entonces jefe del Pentágono asistió en Chile a una reunión de ministros de Defensa del continente. “Huelga decir que no hubiera viajado esta distancia si no se tratara de algo sumamente importante”, declaró Ronald Rumsfeld (www.defense.gov, 18-11-02). Lo era: Afganistán ya había sido invadido, se preparaba la intervención en Irak y Rumsfeld quería que la región colaborara en el plan de la CIA so capa de “la integración de varias capacidades especializadas en capacidades regionales más amplias”. Sólo obtuvo promesas vagas.
El presidente argentino Néstor Kirchner, elegido en 2003, puso fin a las maniobras militares conjuntas con EE.UU. En 2008 Ecuador desalojó a los efectivos estadounidenses de la base aérea Manta. Lula gobernaba en Brasil. En un cable del 24 de mayo de 2005 recibido en el Departamento de Estado que filtró Wikileaks se consigna que Lula rechazó “los múltiples pedidos” de Washington para que recibiera a presos de Guantánamo. Brasil se negó además a la creación de una versión hemisférica de la Ley Patriótica estadounidense.
La Casa Blanca insiste en sus esfuerzos para incorporar a la región a su cruzada global. Mucho gustaría a los estrategas del Pentágono contar con una pista de aterrizaje en la Guyana francesa o en el noreste del Brasil junto al Atlántico, como el mayor Randy S. Naylor plantea en un documento publicado por la Universidad de la Fuerza Aérea de EE.UU. (www.dict.mil, junio 2009). Pero, al menos por ahora, América latina no forma parte de una cadena dedicada al secuestro, la tortura y las ejecuciones extrajudiciales, a la manera de las ex dictaduras militares que devastaron la región.
(Tomado de Rebelión)