La desgracia de la hemofilia recayó sobre varias familias reales europeas a finales del siglo XIX y principios del XX. Dos de las hijas de la reina Victoria, Beatriz y Alicia, transmitieron la hemofilia a través de sus hijos a las familias reales de España y Rusia.

Alicia se casó con el duque de Hesse-Darmstadt y tuvo siete hijos. En 1984, una de sus hijas, Alicia Alejandra, se casó con el zar Nicolás II, y como mencionamos anteriormente, tuvieron cuatro hijas y un hijo, el zarévich Alexis. Este era hemofílico. Y su hemofilia era más seria que la de sus primos españoles, pues su vida estaba constantemente amenazada por severas hemorragias.

Grigori Rasputin. Fuente: wikipedia

La sangre que se derramó de la rodilla del zarévich  cuando sufrió el primer golpe parecía ser un elemento anunciador de que el Gobierno monárquico estaba destinado a desaparecer. Pues aunque el zarévich no hubiera sido hemofílico, tampoco habría reinado. Recuérdese el cruento regicidio en Ekaterimburgo.

El ´monje loco´, conocido también como el padre Grigori o Rasputin tuvo gran influencia en los círculos de la Corte. Llegó a ser un buen amigo de la familia, en especial, de la zarina, a la que fascinaba con sus conversaciones sobre Dios, dada su conocida devoción religiosa y su interés por creencias religiosas de tipo esotérico. Rasputin influyó en cuestiones políticas importantes, pero lo que hizo que verdaderamente le creyeran un regalo de Dios a Rusia fue la curiosa capacidad que tenía para aliviar los dolores y detener las hemorragias causadas por las caídas que sufría el zarévich.

 

Rasputin con sus admiradoras. Fuente: wikipedia

La zarina llegó a convencerse de que Rasputin obraba milagros. Entonces se pensaba que lo hacía por medio de dotes sobrenaturales o de la hipnosis. Y así, cada vez que surgía una nueva hemorragia, llamaban al padre Grigori para atender al pequeño Alexis.

Pero para colmo de desgracias, de no haber ocurrido la historia como ocurrió, es decir, si la familia imperial no hubiera tenido el trágico destino que tuvo, podríamos pensar que Alexis habría llegado a ser el nuevo zar del Imperio ruso por muchos años gracias a la asidua atención del monje.

Pero tampoco pudo haber sido así, pues al tener noticias la familia Románov de la enfermedad del gran duque, comenzaron las rivalidades entre ellos para la supuesta sucesión al trono. Para esto era indispensable eliminar a Rasputin , al cual le administraron cianuro en una copa de vino. Al observar que no sucumbía a los efectos del veneno, decidieron matarle de unos disparos y arrojarlo al río. Otra trágica muerte que añadir a la historia de la última familia imperial rusa.

Y si intentamos desvelar el misterio de este falso taumaturgo, descubriremos que en realidad era lo que ya desde la antigüedad se denominaba ‘hombre hemostático’, es decir, que por su sola presencia era capaz de frenar las hemorragias, y en el caso del padre Grigori, incluso por carta. Aunque quizá no fuera ni siquiera tampoco hombre hemostático.

El zarévich Alexis. Fuente: fruehlingsmond.livejournal.com

Parece ser que los hemofílicos tienen hemorragias intrarticulares que les provocan afecciones de la rodilla extremadamente dolorosas. Para esto, le administraban al zarévich fuertes dosis de aspirina, lo que a su vez no favorecía en nada la coagulación.

Pues bien, si Rasputin no era ni taumaturgo, ni hombre hemostático, tampoco tenía brillantes conocimientos de medicina, pues por ostentación de su infundado magnetismo, lo primero que hacía era suspender toda la medicación, con lo cual, al eliminar la anticoagulante aspirina, ‘sin querer’ paraba las hemorragias.