El libro “Cuentos del arañero”, tiene un cuento que relata la historia del encuentro entre el Mandatario venezolano Hugo Chávez, y el escritor colombiano, Gabriel García Márquez.
Chávez lo describió como un hombre “gran contador de cuentos” y bolivariano, y a través de anécdotas de la infancia del escritor expuso su naturaleza “preguntona” y su cercanía a la historia bolivariana. Fueron presentados por Fidel Castro en Cuba en 1999 y compartieron el vuelo de regreso a Caracas.
Estuve esta madrugada hasta tarde con Gabriel García Márquez. Me ha regalado este libro, “Vivir para contarla”, tremendo regalo. Aquí recoge toda una vida, desde su niñez. Dice que cuando era niño ya era contador de cuentos, inventaba cosas y se ganó la fama en su familia de ser adivino. Es el realismo mágico en su máxima expresión. No hay nada como la lectura para meterse en el mundo de lo real y también de lo mágico, de lo maravilloso y sobre todo novelas como ésta, de un hombre que ya es leyenda, premio Nobel de Literatura y para orgullo nuestro, latinoamericano, colombiano y, además, gran bolivariano. Qué gran novela, “El general en su laberinto”. Él dice que su abuelo era coronel y de allí a lo mejor esa novela, “El coronel no tiene quien le escriba”. “Por aquí anda Bolívar”, le dijo un día el abuelo al niño García Márquez, cuando pegaba el retrato del Libertador. “Este es el hombre más grande que ha nacido en la historia”. Entonces el niño se quedó pensativo y le preguntó, recordando algo que le había dicho la abuela: “¿Simón Bolívar es más grande que Jesucristo?” El niño preguntón puso en dificultades al abuelo, que respondió: “Una cosa no tiene nada que ver con la otra”. Y el niño quedó con aquello de que esos dos hombres eran los más grandes de la historia.
Nunca olvidaré cuando le conocí en La Habana con Fidel, en enero de 1999. Él tenía que ir a Barranquilla y me dijo: “Bueno, deme la cola, pues, me voy mañana”. Estábamos allí un grupo y “El Gabo” quería conversar conmigo, hacerme algunas preguntas. Pero como siempre, Fidel no nos dio tiempo. Creo que fue el mismo Fidel quien propuso: “Váyanse en el avión conversando”. Y así lo hicimos, nos vinimos de La Habana a Caracas, unas tres horas conversando. Recuerdo que en algún momento quería tomarse algún licor y le dijimos: “No, en este avión no se bebe licor”. Entonces una exclamación muy espontánea, muy latina. “Yo me he montado en no sé cuántos aviones presidenciales y esto lo voy a escribir: “Primer avión presidencial donde no hay un whisky”. Y lo escribió. “No, aquí lo que hay es jugo de guayaba”. Nos tomamos como cinco jugos de guayaba entre La Habana y Caracas.
Desde aquí mi recuerdo, la admiración de este pueblo a Gabriel García Márquez, sus “Cien Años de Soledad”, su Laberinto, su General y su Coronel, su Macondo y sus mariposas amarillas y ahora “Vivir para contarla”, maravillosa novela, maravilloso ser humano el Gabo, que Dios lo cuide para siempre.
(Tomado de www.cuentosdelaranero.org.ve)