Los demonios anidan en los detalles o en la letra pequeña de los contratos amañados. Algo en esa cuerda ocurre en Ucrania. La vertiginosa celeridad con que se forzaron los acontecimientos el pasado fin de semana, para quitar a un grupo y poner a otro, se ralentiza de pronto, al parecer porque una cosa es con guitara y otra con violín.
Con el vértigo puesto en marcha, se suponía que el martes 25 de febrero estuviera creado “un gobierno de unidad nacional”, pero no se logró un acuerdo, pese a que los dos puestos más relevantes ya fueron ocupados: Alexander Turchinov es jefe del parlamento y presidente interino. Arseni Yatseniuk, primer ministro. Ambos muy cercanos a Yulia Timochenko.
La mayor parte de los cargos quedaron en manos de la misma facción de los dos políticos. Que deben operar en esos cargos hasta finales de mayo, mes previsto para realizar elecciones donde se pueden quedar o no en el nuevo gabinete. Antes, parece que sucederán muchos, notables sucesos.
Pero quienes ingresen a ese gobierno compartido tendrán que administrar el caos imperante y un grupo de situaciones no definidas pero por estallar, movidas por la inconformidad de la zona este y sur del país, con respecto a los actuales saldos, tan apoyados -promovidos por Occidente, pero de muy inseguro destino para los ucranianos corrientes.
Me explico: ante todo, no es un secreto que Ucrania está en una comprometida situación económica que agravaron los 3 meses de confrontaciones en Kiev. De creer los estimados de fuente académicas alemanas, solo se cuenta con fondos para importar bienes para dos meses. La ayuda pactada con Rusia -que ya entregó 2 mil millones de euros- se congela hasta tanto existan autoridades elegidas, algo que no ocurrirá – si sucede- hasta dentro de 3 meses. Hay ofertas del FMI y de la Unión Europea, pero está por verse si asumen el monto para pagos inmediatos de salarios y cosas de esa índole o van -lo dudo- a dilucidar el problema a fondo.
Que los extremistas no quieran abandonar sus armas ni los sitios donde se han acuartelado y las disputas -anteriores y actuales- entre ellos mismos, se parezcan tanto a la pugna entre oligarcas del país, el verdadero motor de los enfrentamientos para sacar al presidente y sus aliados, presupone algo difícil de manejar, embrión – casi seguro- de nuevos problemas tanto o más agudos que los atravesados hasta ahora.
¿Un ejemplo? Entre los extremistas se viene hablando de hacerle reclamaciones territoriales a Polonia, vecino., que digamos de pasada, ha desempeñado un activo papel para lograr los actuales saldos.
De las formaciones que activaron la violencia o se hicieron cargo de ella, beneficiando, tangencialmente, a diferentes clanes económicos internos y a los objetivos occidentales, están: Sector de Derechas y Causa Común. Los Afganos (ex combatientes de la guerra en Afganistán). El Tridente de Stepán Bandera: quienes reasumen las líneas de acción (antisemitas, antirusos, homofóbicos) del nazi-fascista que les da nombre, colaborador de Hitler en sus acciones dentro y fuera de Ucrania en los años 40 del pasado siglo.
Entre esas facciones se mueven los asociados a la ex premier Yulia Timochenko, quienes procedieron a no dejar vacantes ni brechas para nadie antes de transcurridas 24 horas de la fuga de Víctor Yanukovich, quien facilitó con ese acto el éxito de quienes diseñaron este golpe de estado, enmascarados en las que pudieron ser justas exigencias de pueblo. En realidad, la administración del ahora prófugo y las anteriores, (Desde Kuchmá en los 90, apenas ocurrida la disociación de la URSS, hasta Yuchenkov y Timochenko) solo se ocuparon de sus propios intereses y el de sus favorecidos.
Ahora se exhiben las riquezas del defenestrado presidente, pero si no se le da una ojeada a las que tienen cada uno de estos personajes tan “patrióticos” no se tendría una visión meridiana de qué ocurrió y cómo transitan los hechos en la ex república soviética.
Yanukovich tuvo la mínima decencia de no pactar con la UE un acuerdo comercial de una unilateralidad pecaminosa y otro con el FMI igual de dudoso que habrían empeorado una comprometida situación.
Reportes de prensa nada complacientes indican que es diversa la composición y miras de las fuerzas bajo el paraguas del extremismo armado. Algunos proceden de la conocida como revolución naranja del 2004 y se sienten traicionados en sus esperanzas de entonces. ¿Por quienes? Pues nada menos que por los mismos que ahora culpan de todo a los dirigentes recién destronados.
De esa percepción surgen los malos enfoques con respecto a la Timochenko, quien apenas salir de la cárcel anunció que aspiraba a la presidencia y después se desdijo, afirman que debido a las informaciones sobre el rechazo a su figura, también ligada a malversaciones y corrupción.
No obstante, ella cuenta con su hombre de confianza (Turchinov) en la cima y en otro escalón con Yatseniuk. Dicen que este último es el favorito de Washington y a juzgar por uno que otro antecedente es muy posible que haya trabajado por su propia carrera.
La disputa por el momento y es posible que después, está centrada entre estos personajes, la llamada oposición moderada, pero nadie sabe cómo actuarán los neofascistas. Solo con lo enunciado hasta este párrafo, puede advertirse que al decir administrar el caos, no dramatizo. Esa será tarea para la cual, posiblemente, no esté preparado el gabinete que de inclusión y unidad tiene poco. En esta sopa hay muchos otros ingredientes y amenazas. Quien crea que se está ante hechos finiquitados, se equivoca.
En el este y sobre todo al sur del país se presentan complejidades de alto calibre. La seta parte de la población ucraniana radica en esas áreas y no les complace lo sucedido ni lo que avizoran.
En Crimea, tras choques entre tártaros, cosacos, los pro y los contra de los acontecimientos en Kíev, el parlamento decidió realizar un referéndum de corte soberanista. Esta república autónoma alberga la flota del Mar Negro. El enclave completo perteneció a Rusia desde 1783, adquirida durante la etapa zarista, cuando le ganaron la guerra a la Turquía de entonces. En 1953 Nikita Kruchov “la regaló a Ucrania”.
Las reacciones de las novatas autoridades de Ucrania o de los grupos de enmascarados que demostraron una osada decisión a imponerse, no son estimulantes. En Jarkov, se registraron incidentes y no sería imposible que mientras lee estas consideraciones, hechos similares estén en curso.
Este expediente, por tanto, se queda abierto. Esperemos que no sea preciso cerrarlo mal.
Origen de las protestas: Decisión del presidente Viktor Yanukovich de no firmar el acuerdo con la Unión Europea (UE) para que Ucrania ingresara en ese bloque regional.
Cronología
a) 30 de novembre de 2013: entra en vigor la política antidisturbios lo cual disparó la cantidad de manifestantes en la Plaza de la Independencia de Kiev.
b) 19 de enero de 2014: Se registran unos de los momentos más violentos luego de dos meses de disturbios.
c) 25 de enero : En medio de la violencia desatada, el presidente negocia con los opositores a los cuales ofrece altos puestos en el gobierno. La propuesta es rechazada y exigen la dimisión del presidente para convocar a elecciones.
d) El 23 de febrero el Parlamento ucraniano designó por vía express como mandatario del país en funciones a Alexnadr Turchinov, segundo del partido Batkivschina y mano derecha de Yulia Timoshenko.
f) El 24 de febrero Víktor Yanukóvich, presidente depuesto, denunció que en su país acontece un golpe de Estado similar al del partido nazi en la Alemania de los años 30. El ministro de Interior informó que la justicia nacional abrió un proceso penal contra Yanukóvich, por la presunta comisión del delito de “asesinato masivo de civiles”.
(Tomado de Cubahora)