Rafael Nadal, el rey de París, ya conoce el camino hacia una novena corona de Roland Garros: si se impone la lógica del ránking, debutará contra el estadounidense Robby Ginepry, jugaría los cuartos de final con David Ferrer, se mediría con Stanislas Wawrinka en semifinales y se enfrentaría en la final contra Novak Djokovic. Los mejores especialistas están en su lado del cuadro. En medio, claro, las sorpresas de una competición llena de minas y tenistas desconocidos. Para empezar, el número uno mundial ya podría tener que resolver una incógnita en segunda ronda: allí, y si gana antes al local Mathieu, quizás le espere el prometedor Dominic Thiem, un austriaco que con 20 años es el tenista más joven del top-100 y que no compitió en Roma después de remontar para ganar brillantemente a Wawrinka en Madrid.
“Pero yo he mejorado semana tras semana durante la gira de tierra”, dijo Nadal en una rueda de prensa en París, a donde llega tras protagonizar la peor primavera desde que es alguien en este deporte (título en Madrid, final en Roma y cuartos en Montecarlo y Barcelona). “Este es el lugar más importante para mí en mi carrera, siento grandes emociones por estar de vuelta. La dinámica en la que estoy es positiva, y eso siempre es importante para la confianza. En Roma ya fui capaz de jugar sin los nervios y la ansiedad que tuve en Montecarlo, en Barcelona y a veces en Madrid”, cerró el mallorquín, que en su cuarto del cuadro tiene a cabezas de serie como Ferrer, Dimitrov o Almagro, y que ya sabe que en el opuesto viajarán peligros como el de Berdych, Gulbis, Isner, Raonic o Federer, todos en el lado de Nole.
Roland Garros, donde el mallorquín puede perder el número uno mundial a manos del serbio, es un torneo para corazones fuertes y cabezas duras. No hay sitio para las dudas. La tierra castiga cualquier titubeo, porque se lo cobra en el presente (derrota en el partido) o en el futuro (derrota en el siguiente encuentro, con las piernas cocidas por el esfuerzo). Durante casi un decenio, nadie ha interpretado mejor esas exigencias que Nadal, que a unos días de cumplir los 28 años se enfrenta a quince jornadas de fuego: ganar un torneo que justifica toda una temporada o ceder la corona y reencontrarse con las dudas.