Nairo Quintana es una fiera montada en una bicicleta que cuando la carretera se empina saca a relucir todas sus cualidades de escalador. Lo hace ahora en Europa y lo hizo desde muy niño cuando subía diariamente al alto El Moral, en Cómbita, en donde queda su casa.
Al escucharlo hablar, siempre despacio y en tono bajo, cualquiera podría pensar que se trata de un humilde campesino colombiano que trabaja en una escondida vereda y no del jefe de filas de uno de los equipos más poderosos del ciclismo mundial.
Pero la verdad es que Nairo tiene una mezcla de los dos. Es un boyacense humilde y soñador que disfruta labrar la tierra y cuidar a sus animales, pero también un guerrero que se preparó para hacer del ciclismo su profesión y convertirse en protagonista de las principales pruebas del calendario internacional.
En 2010 ganó el Tour de L’Avenir, la carrera aficionada más importante del mundo, pero explotó definitivamente el año pasado, cuando quedó segundo en el Tour de Francia y se consagró como el mejor novato y campeón de la montaña. También logró el título de la Vuelta al País Vasco.
Asumió el éxito con una naturalidad sorprendente y no fue inferior a su rol como capo del equipo Movistar. De hecho, sabe que es una de las grandes figuras del deporte de las bielas y no se asusta frente a cámaras y micrófonos. Menos ante sus rivales, que lo respetan y le temen.
Ayer, por ejemplo, no tuvo reparos para exigirles a sus compañeros de fuga, encabezados por el francés Pierre Rolland, que se pusieran al frente y ayudaran a sacarle diferencias al lote líder.
“Lo que más sorprende de él es su madurez. Siempre se comporta como debe ser, a pesar de que apenas tiene 24 años. Estoy seguro de que va a ser el ciclista del que más se va a hablar en los próximos años”, dice Eusebio Unzúe, su técnico, quien lo fichó hace tres temporadas por recomendación de Vicente Belda, que lo descubrió por allá a mediados de la década pasada, cuando Nairo corría para el equipo Boyacá es para Vivirla.
“Es un ciclista con una condición física envidiable, pero sobre todo con la mentalidad de un líder, muy diferente a la mayoría de los escarabajos colombianos. Este muchacho se cree en realidad que es un gran talento y que le puede ganar a cualquiera”, le dijo Belda a El Espectador en enero pasado, después de que Quintana ganara el Tour de San Luis, en Argentina, cuando su equipo decidió que correría el Giro y no el Tour, que era lo que él quería.
“Sencillamente analizamos el recorrido y concluimos que la carrera italiana estaba hecha a su medida”, explicó Unzué, quien no se equivocó, pues el boyacense, que este año tuvo su primera hija, asumió el liderato de la prueba y con tres etapas de alta montaña por delante es el gran candidato al título final.
Así se quede con la camiseta rosa, el gran sueño de Nairo es ganar un Tour de Francia. “Esa es la meta que me he planteado a mediano o largo plazo”, asegura sin soberbia, pero con la convicción de quien tiene claras sus cualidades.
Pero antes de pensar en coronarse de amarillo en París, algo que no sucederá este año, sabe que debe cumplirle al equipo en el Giro y seguir demostrando por qué es un escarabajo fuera de lo común.