“Serena me ha dicho que si juego así puedo ganar el torneo y le he dicho que lo voy a intentar”. Garbiñe Muguruza (20) centró todos los focos de Roland Garros al derrotar a la número uno de la WTA. No es la primera vez que la tenista venezolana con raíces españolas centra todo el protagonismo. Precisamente, su origen ha generado un debate sobre el país al que debe defender: Garbiñe luce los colores de España en el circuito, pero cuando se trata de competiciones entre países prefiere mantener las dudas. Con la doble nacionalidad en el bolsillo, la gran esperanza del tenis español se debate entre defender los colores de España o los de Venezuela. Mientras los países mueven ficha en su particular partida de ajedrez, ella se mantiene firme en su decisión: hasta 2015 no desvelará su elección.
Los que conocen bien a Muguruza ven ella a la digan sucesora de Arantxa Sánchez Vicario. La tenista catalana llegó a liderar la clasificación WTA en 1995 y presume de un palmarés en el que figuran 98 títulos, 29 individuales y 69 en dobles, entre los que destacan un US Open y tres Roland Garros. Precisamente, ha sido la arcilla parisina el escenario en el que Garbiñe ha vuelto a justificar por qué el tenis español femenino la considera su gran esperanza. Se trata de una jugadora diferente que se desenvuelve cómodamente en pista rápida. Con sus 182 centímetros a favor, despliega un juego fuerte, plano y agresivo con desparpajo y sin miedo. Combina atrevimiento con calma para erigirse como una jugadora atrevida.
A estas cualidades hay que añadir un espíritu de superación que no está al alcance de muchos. Garbiñe tocó fondo por una lesión que la obligó a operarse uno de sus tobillos. Aunque estuvo seis meses de baja, no duró mucho alejada de las pistas: entrenó sentada en una silla mientras seguía con su recuperación por espacio de dos meses. “Tenía que empezar a jugar de alguna forma, sin apoyar el peso en el tobillo y la única forma era esa. No me podía quedar en casa viendo que las otras estaban entrenando”. Una experiencia que le dejó una valiosa lección: “Si no hubiese pasado por eso ahora sería distinta, no valoraría muchas cosas”.
Con semejante carta de presentación, no es de extrañar que España y Venezuela pugnen por su raqueta. El último movimiento tuvo lugar durante el Masters 1.000 de Madrid: Miguel Cardenal se reunió con la venezolana para intentar convencerla y lo hizo prescindiendo de la presencia del presidente de la RFET, José Luis Escañuela. Antes de este encuentro, Venezuela, a través de su Ministro de Deportes, Antonio Álvarez, puso una oferta económica sobre la mesa de la tenista para que ésta defendiera los colores del país que la vio nacer. No sería la primera vez que se da semejante paso: Pastor Maldonado recibe apoyo económico y moral de su país a través de un contrato de patrocinio con la petrolera nacional, un acuerdo que le aporta 30 millones de euros.
España sólo puede hacer frente a la oferta de Venezuela ofreciendo estabilidad deportiva. Un argumento que no parece tener peso suficiente cuando la familia entra en juego. Y es que tanto su padre como sus dos hermanos tienen negocios en su Venezuela natal y temen que pueda haber consecuencias. Sea como sea, la decisión no llegará hasta 2015. Si quiere participar en los Juegos Olímpicos de Río, estará obligada a comunicar una elección que se gestará a lo largo del presente año. Mientras, el mundo del tenis seguirá disfrutando de Garbiñe Muguruza, una jugadora distinta.