Morir por la causa de los hijos (La madre, Máximo Gorki), o tergiversarla para lavarse de culpas. Honrar su memoria con humildad, o lucrar con la guerra a costa de los propios hijos (Madre coraje, Bertolt Brecht). Luchar por los hijos de todos los desaparecidos (Hebe de Bonafini), o realizar el duelo con lacerantes expedientes de victimización individual (y dejémoslo ahí…). Ahora sabemos que el poder masculino empezó cuando a la mujer se le impuso el catecismo de Platón y Aristóteles.