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Este 18 de junio recordamos el aniversario 88 de la muerte de Carlos Baliño, símbolo en nuestra historia del enlace de dos generaciones de revolucionarios: suscribió con José Martí en 1892 el acta de fundación del Partido Revolucionario Cubano y, treinta y tres años más tarde, junto a Julio Antonio Mella y otros compañeros gloriosos, firma el pliego de fundación del Partido Comunista de Cuba.
Baliño nació en Guanajay, el 13 de febrero de 1848, en el seno de una familia revolucionaria. Su padre, era un arquitecto de ideas avanzadas y fervoroso partidario de la independencia de Cuba. Él, de joven, manifestaba también ideas semejantes en publicaciones de su villa natal.
En los inicios de la Guerra del 68 se enrola en los preparativos de un movimiento insurreccional en su provincia. Descubiertos, su padre fue deportado a la isla de Fernando Poo, de donde logra escapar y se asienta en los Estados Unidos. El joven Baliño, ante la persecución, se le unió en 1869, continuando ambos allí su colaboración con la lucha independentista.
Comenzó a ganarse la vida como tabaquero. Conoció de la explotación burguesa y, sin dudarlo, se le enfrentó: organizó sindicatos y escribió en periódicos y revistas en defensa de sus hermanos de clase. En ese proceso su pensamiento se fue radicalizando y en la década de los 80 abrazó las ideas del marxismo, que se expandían en círculos obreros. Desde entonces comenzó sus prédicas socialistas, sin abandonar ni un solo instante la causa de la independencia de Cuba.
Sobre la intensa actividad patriótica de Baliño y su ideal socialista escribió Martí numerosos elogios: “Un cubano que padece con alma hermosa por las penas de la humanidad y solo podría pecar por la impaciencia de redimirlas”, diría una vez. En otra oportunidad añadiría: “Fortuna verdadera para Thomasville y para Cuba, es que vayan allí hombres como Carlos Baliño, que sabe conciliar la libertad ardiente con la elevación que la acredita y asegura, que padece, angustiado, de toda pena de hombre”.
Carlos Baliño, penetrado profundamente del ideal de la liberación de la humanidad, no pecó de impaciencia. Era el desvelo consciente por sembrar las ideas fundamentales que dieran origen al partido propio de la clase obrera. En su trabajo Verdades Socialistas reiteraba su firme convicción marxista: “No hay para el obrero modo de salvarse aisladamente. No mejorará su condición sino cuando mejore la de todos. No se emancipará sino cuando se emancipen todos”. Y los exhortaba a luchar por la edificación de “una sociedad sin explotadores ni explotados”.
Fue también Baliño uno de los primeros dirigentes obreros —quizás el primero— en alertar del peligro que representaba el imperialismo yanqui para nuestro país. De sus numerosas advertencias es esta que le dice al patriota Rafael Serra, en carta de 6 de octubre de 1894: “Yo sé que usted defenderá la República de Cuba, independiente y soberana, y que hará guerra sin cuartel a la idea anexionista, que si se realizara, pondría a las clases desheredadas de Cuba, los productores, bajo la férrea planta de la plutocracia americana”. Se entregó en cuerpo y alma a la lucha por la independencia de Cuba, y sufrió con amargura el escamoteo que de aquella independencia realizó en 1898 la intervención estadounidense, que hizo realidad la peor de sus predicciones.
El ejemplo de la Revolución Socialista de Octubre de 1917 lo estimula en los esfuerzos por transformar las agrupaciones comunistas dispersas, en un solo partido del proletariado. Junto a Julio Antonio Mella, es fundador de la Liga Antimperialista, Sección Cubana y uno de sus miembros más activos. Para Baliño y sus compañeros no podía haber ya un partido obrero que no fuera el Partido Comunista, por ello también junto a Mella concurre, en 1925, en su fundación.
Entonces contaba con 77 años, pero su vejez no le detuvo en el cumplimiento de su deber revolucionario y ni siquiera temió ante el terror machadista que amenazaba con la muerte a todos los que levantaban el ideal socialista de redención de los trabajadores.
Un año más tarde, acosado por la feroz represión a los comunistas del “Asno con Garras”, murió el 18 de junio de 1926, terminando una vida hermosa, dedicada por entero a la causa de la emancipación nacional y social del pueblo cubano.
Sus ideas patrióticas, antimperialistas y marxistas-leninistas, forman parte del rico tesoro de nuestras tradiciones nacionales en las que se afinca victoriosa, y la hacen invencible, la Revolución Cubana, capitaneada por Fidel y Raúl y el glorioso Partido Comunista de Cuba. Esa es la lección de Baliño el mambí, de Baliño el comunista. Del cubano Carlos Baliño.
*Doctor en Ciencias Filosóficas, Profesor Titular de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Héctor A. Pineda Zaldívar.