El problema de rodilla que le dejó fuera de las pistas más de siete meses hace dos años está prácticamente olvidado, y las molestias en la espalda que reaparecieron en las primeras rondas de Roland Garros no le han impedido entrenarse con intensidad durante la semana previa a Wimbledon.
Antes de debutar en la primera ronda ante el eslovaco Martin Klizan, 57 de la ATP, el mallorquín rezuma seguridad en sí mismo y parece convencido de poder recuperar el nivel de 2008 y 2010, cuando ganó la final en el All England Club. Las dos últimas temporadas, Nadal saltó a la pista sin haber podido prácticamente ejercitarse sobre hierba por las molestias que arrastraba.
En esta ocasión, en cambio, llega con mejores garantías, tras varios días de entrenamientos especialmente duros, que han seguido a una semana de descanso en Mallorca con sus familia en la que se ejercitó en el gimnasio pero no empuñó la raqueta. El principal objetivo del español en los días previos al torneo ha sido limar su saque y desarrollar su potencia.
En una superficie tan rápida como la hierba, Nadal quiere asegurar en primer lugar sus servicios y restos para tratar de llegar al desarrollo de los puntos, allí donde mejor puede desarmar a sus rivales, en las mejores condiciones posibles. Desde la parte baja del cuadro, a Nadal le espera previsiblemente una serie de rivales especialmente complicados las primeras rondas.
Federer en el horizonte
Si vence a Klizan, podría chocar de nuevo con el checo Lukas Rosol, 50 del mundo, que le batió en 2012, y más adelante con tenistas agresivos como el francés Richard Gasquet (décimotercer favorito) y el canadiense Milos Raonic (octavo cabeza de serie), antes de una hipotética semifinal ante el suizo Roger Federer (cuarto favorito).