COLUMNA EDITORIAL DE BOHEMIA
Ningún Goliat será eterno
1 de agosto de 2014
José Martí, maestro y ejemplo inspirador del pensamiento y la acción revolucionaria legados a la juventud cubana de todos los tiempos, había escrito la víspera de su caída en combate en Dos Ríos, en carta inconclusa al entrañable amigo mexicano Manuel Mercado: “Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas; -y mi honda es la de David”. La perdurable metáfora de gran valor moral se fundamenta en el ejemplo del juvenil héroe bíblico -poeta, profeta y rey hebreo- que abatió con certera pedrada la enorme fuerza del gigante invasor filisteo, Goliat.
A este último el Apóstol lo identificaba entonces con los del “Norte revuelto y brutal”, de quienes había alertado antes a los pueblos de nuestra América, que solo creen en el derecho bárbaro, como único derecho.
Viene al caso, porque en días recientes, cuando aun muy pocos países, además de Cuba, habían condenado, llamando las cosas por sus verdaderos nombres, la espantosa tragedia del pueblo palestino masacrado impunemente, una vez más, por la barbarie sionista, Fidel la denunció el pasado 17 de julio en su nota titulada Provocación insólita: “…coincidiendo con el crimen del avión de Malasia, el primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu, jefe de un Estado nuclear, ordenaba a su Ejército invadir la Franja de Gaza, donde habían muerto ya en pocos días cientos de palestinos, muchos de ellos niños.
El Presidente de Estados Unidos apoyó la acción, calificando el repugnante crimen como acto de legítima defensa. Obama no apoya a David contra Goliat, sino a Goliat contra David.Y más adelante concluía: “Deseo hacer constar mi solidaridad con el heroico pueblo que defiende el último jirón de lo que fue su patria durante miles de años”.
Tampoco los actuales genocidas israelíes recuerdan en modo alguno a aquel pueblo mártir inmolado en el holocausto que perpetró el nacifascismo. Ahora, por el contrario, sus actos se asemejan a los de sus verdugos nazis. El ataque contra la diminuta y superpoblada Gaza comenzó, por nada casual coincidencia, cuando la atención se concentraba en el espléndido mundial de futbol disputado en suelo brasileño.
Y el siguiente paso a la artera invasión ocurre precisamente en los momentos en que, por oscuros motivos, en la inestable y divida Ucrania -gobernada por los mismos que financiaron y realizaron un violento golpe de Estado con tintes de fascismo-, el injustificable derribo de un avión civil ocasiona 298 personas fallecidas.
Entonces se despliega el inmenso poderío mediático y político de EE.UU. y sus aliados europeos para ocultar y manipular del modo más conveniente a sus espurios intereses lo que se vislumbra como probable resultado de una intensión provocadora para incentivar la escalada de medidas antirrusas, quién sabe con qué nuevas desastrosas consecuencias.
Se asiste, como ocurre siempre, al infame contraste entre la máxima atención mediática y diplomática focalizada en el asunto del que el imperio y sus aliados pretenden aprovecharse, y el imperdonable manto de silencio sobre el continuado intento de exterminio del pueblo palestino, cuyas víctimas inocentes resultan invisibilizadas ante la opinión pública mundial.
Pero se sabe que no se puede mantener engañado a todo el mundo todo el tiempo. Las verdades van brotando hasta por brechas insospechables. Así, un espectacular “descuido” del secretario de Estado norteamericano John Kerry, ante el micrófono abierto de una cadena televisiva, permitió que asombrados periodistas le escucharon calificar como “infierno de precisión milimétrica” y “operación infernal” la invasión israelí.
Poco antes, una corresponsal de la CNN fue separada de la cobertura de esa bochornosa acción militar y desaparecido su reporte en el que calificaba como “escoria” a los militares agresores a quienes había visto vanagloriarse de sus actos bestiales y que la amenazaron si publicaba algo diferente a la pauta indicada.
Una cifra de civiles asesinados que sobrepasó el millar y crece por días, entre ellos centenares de niños incluso refugiados en escuelas y hospitales bajo supuesta protección de la ONU, van desbordando lo que no puede esconderse indefinidamente. América Latina solidaria, denuncia, actúa y moviliza esfuerzos. Interviene el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, donde queda aislado el protector del agresor. La gente indignada empieza a ver más allá de los medios de la desinformación. Los pueblos no perdonarán jamás estos crímenes.
El ejemplo de David es inmortal. Ningún Goliat será eterno.