En la adolescencia aparecen preocupaciones excesivas por el físico; se maximizan algunas características que no agradan, y hasta se ven como negativas o defectuosas ciertas zonas de nuestra anatomía femenina. De esas desventuras que centran en el cuerpo un arsenal de complejos, meditaremos en estas páginas.
Es inalcanzable sin dudas el «look» de este siglo. Se sabe que detrás de un cuerpo aparentemente perfecto, puede existir un sinfín de operaciones estéticas. No sé adónde iremos a parar en la proyección de una imagen, femenina o masculina, que insuflan tanto la propaganda comercial como los medios de comunicación de cualquier parte del mundo. Es un ser humano irreal, cercenado, remendado, tatuado, inflado.
Pero te entra por los ojos esa imagen que recrea tu vista en la hoja de revista satinada, y quieres tener su pelo, sus ojos, sus piernas torneadas, sin percibir que ella es, ante todo, una mujer fabricada.
¿Te imaginas qué vida la de una maniquí en la vidriera? Mejor apuesto a ser una persona «normal» con las imperfecciones de toda persona «normal». Pero que camina por la calle, con un montón de planes y sueños.
Sácale partido a lo que eres
Andar demasiado pendiente de lo que tengo o dejo de tener, en cuanto al cuerpo, resta tiempo y capacidad de emprender rumbos más efectivos. Lamentarse nunca le ha dado nada concreto a nadie.
Aceptarse y vivir tal cual somos, sacándole el mayor partido a nuestro atractivo psíquico talento, cultura, lealtad, ternura, etc. parece la mejor fórmula para autorrealizarnos en los diversos espacios de la vida.
Sin intentar ser extremista, cierta preocupación por el aspecto físico es buena.
Resultan indiscutibles las ventajas que tiene mantener el peso dentro de los límites; esto tiene repercusiones en todo el organismo, favorece la salud y hace sentirse bien.
Así pudiera decirse de la utilidad del ejercicio físico y, con el mismo énfasis, hay que hablar de la importancia de la dieta, de lo perjudicial que resultan al cuerpo los hábitos tóxicos, como fumar, beber en exceso y el consumo de otras drogas ilegales “como se sabe”, pueden destruir física y psíquicamente a cualquiera.
En una palabra: cuidar el aspecto físico, el bien lucir, el aseo y la salud, es provechoso para todo el mundo. Pero si la preocupación por un detalle o por el conjunto es paralizante y entorpece la dinámica de la vida, tan interesante por sí misma y tan rica en todas sus manifestaciones, entonces de qué vale ser atractiva.
Armonías y equilibrios
Los asiáticos, por milenios, saben que el elíxir del buen vivir está en la armonía y el equilibrio entre mente y cuerpo. ¿Qué importancia tiene un cuerpo a la medida de los cánones de belleza establecidos, si no sabemos reír a plenitud con las cosas agradables que la vida nos ofrece, si no tenemos voluntad para vencer los retos, sentido del humor para sortear las dificultades? ¿De qué sirve una «armadura » ideal si nadie te rueda?
Creo, sinceramente, que una talla más o menos en el busto; una pulgada mayor o menor en la estatura; caderas estrechas o anchas; pies pequeños o grandes, no determinan nada. En definitiva, la personalidad, en su conjunto, es mucho más que todo eso.
Termina por desagradar una muchacha bella físicamente, pero carente de razonamiento lógico, sensibilidad, de sentimientos y de otras cualidades que hacen a los seres humanos identificarse como tales.
Es preciso cultivar los valores morales, la simpatía, la educación y la inteligencia.
Eso sí determina el encanto que poseen algunas mujeres y hombres que, incluso, han llegado a ser famosas y famosos, a pesar de no tener caras ni cuerpos perfectos.
En el fondo, esos llamados «complejos» no son más que sentimientos de inseguridad y de inferioridad. Temor a no tener aceptación social y a no ser amada a plenitud.
Generalmente, estos sentimientos retardan el desarrollo integral de la personalidad; por lo tanto, perjudican en vez de ayudar.
¿Complejos? ¿Para qué? No sirven para nada. A esos hay que combatirlos sin tregua. Y con ese amor que tú misma tienes que sentir por ti.
En la adolescencia aparecen preocupaciones excesivas por el físico; se maximizan algunas características que no agradan, y hasta se ven como negativas o defectuosas ciertas zonas de nuestra anatomía femenina. De esas desventuras que centran en el cuerpo un arsenal de complejos, meditaremos en estas páginas.
La mujer perfecta
· Hola, a reírse de las arrugas y de los kilitos de más. Kilitos de más o kilos reales y punto. ¿Sabías que este es el mes de la Mujer Bonita? Bueno, es así y eso significa que es nuestro mes. Todas las mujeres somos bonitas, ¿o no lo sabías?
· Hay tres mil millones de mujeres que no lucen como supermodelos. Si la muñeca Barbie fuera una mujer real, no tendría órganos, porque no tiene lugar ni para el cerebro. Un estudio psicológico efectuado por expertos europeos descubrió que pasar tres minutos mirando modelos en una revista de modas, hace que el 70 % de las mujeres se sientan deprimidas, culpables y avergonzadas.
· Hace 20 años, las modelos pesaban ocho % menos que la mujer promedio y hoy pesan 23 % menos.
· Pensar exageradamente en la ropa, el bronceado, la dieta, son compensaciones por falta de valoración. Invirtamos, pues, en cosas que valen. Nos van a dar mucha más satisfacción. ¿Te diste cuenta?
· La belleza de la mujer no está en la ropa que usa, la figura que tiene o el modo como peina sus cabellos. La belleza de la mujer debe ser vista en sus ojos porque son la puerta de su corazón, el lugar donde vive el amor.