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General: PRIMERO DE ENERO EN CUBA ...CARGADO DE LUCES !!
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 01/01/2015 20:52
Lissy Rodríguez

¡Llegas, cargado de luces: Primero de Enero!

Autor: | lissy@granma.cu

31 de diciembre de 2014

Una revolución no es un paseo por las riberas de un mar o de un río apacible, es una tormenta, es una conmoción descomunal que rompe los cimientos de la sociedad
 Alfredo Guevara

En mis mejores lecciones de Historia, aquellas donde podía sentirse el sonido más leve al pasar, haciendo permanecer sosegados y expectantes a los más inquietos, podía trasladarme con facilidad hasta los campos de Cu­ba, esos donde se libraron las batallas por la libertad y la independencia, y donde la dignidad de este pueblo adquirió un precio invaluable, que nada ni nadie ha sido capaz de comprar.

Recuerdo cómo hacía el maestro con tal de lograr aquel estado de trance en que permanecíamos todos, hasta que el sonido ensordecedor del timbre nos devolvía a nuestra cotidianidad. Pasaban “volando” los 45 minutos de clases.

Sucedía a veces que comentábamos sobre la magia que encerraba su magisterio, que sin mucho didactismo lograba trasladarnos en el tiempo y el espacio hasta permanecer confortables en la experiencia de la libertad en la Demajagua, o aquel discurso martiano en Tam­pa y Cayo Hueso donde se recaudaban fondos para la Guerra Necesaria; junto a Julio Antonio Mella creando la Universidad Popu­lar, a Rubén Martínez Villena en la Protesta de los Trece, o junto a Fidel en un Moncada y un Primero de Enero. Era muy poco probable que saliéramos del aula sin sentir que éramos un pedacito de generación que le estaba debiendo algo a la Patria.

Establecer un paralelo entre dos tiempos y comprender cabalmente cuán necesario es lo que hacemos en el nuestro, resulta una tarea compleja para quienes vivimos esta época desde nuestra corta edad. Siempre inquietos e inconformes, con una historia tan rica antecediéndonos, nos queda esa insatisfacción de no haber vivido el tiempo de los abuelos, el tiempo de los padres, y no haber participado en la construcción de lo que, algunos asumiendo que nos fue dado con naturalidad, costó sangre y sacrificio de generaciones de cubanos.

Al menos, eso me sucedía en mis mejores clases, esas que lograron enseñarme el amor por el estudio, el arte de saber, con la que pude conocer la Historia en su diversidad de matices, en la cual los héroes eran hombres de carne y hueso, y no figuras condenadas a lo hierático.

Ese instinto de no solo comprender, sino vivir las causas de las cosas, sufrió un sacudimiento justo días antes de celebrar el aniversario 56 del triunfo de la Revolución, ante las vivencias del acontecimiento que quedará marcado en la historia con fecha 17 de di­ciembre.

Hubiera sido para este pedacito de generación, cuando menos imperdonable, privarse del gusto de ver a Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René de regreso en su Patria. Ese día comprendí que el poder de retroceder y hacernos vivir la Historia debemos dejarlo a la maestría del docente, y a los jóvenes nos corresponde asumir con suficiente responsabilidad los desafíos de nuestro tiempo, así como hicimos para ver brillar de nuevo las cinco puntas de la estrella.

Un nuevo hito se comenzó a escribir con la llegada de los Héroes, páginas de dolor y gloria solo comparadas con las gestas libertarias más memorables de Cuba. Y ahí estábamos para vivirlo.

Desde que empezó a correr la voz entre la gente hasta verlos descender por las escalerillas del avión, seguir junto a ellos el recorrido a sus hogares, luego la sorpresa de verlos asistir a la sesión de clausura de la Asamblea Na­cio­nal, y ese concierto de Silvio donde entonaron su himno de resistencia e hicieron temblar la muerte y la injusticia que los mantuvo firmes durante 16 años de injusta condena, fueron hechos que estremecieron a la Patria y cristalizaron los sueños de los héroes.

Entonces pensé en lo que tendrían que decirnos Martí, Gómez, Maceo, Mella y los otros, al ver conmovido hasta lo indecible al pueblo cubano, como si de un nuevo Primero de Enero se tratase. Fue como si los jóvenes de la Revolución del 30 regresaran a acompañar a los que ese día dejaban impresos sus mensajes en pancartas; o como si los estudiantes que otrora festejaban en las calles el éxito de una campaña de alfabetización, volvieran a estar presentes para celebrar la nue­va promesa convertida en realidad. Fue otro Primero de Enero cargado de luces, y un 17 de diciembre que recordaremos todos, jóvenes y viejos.

Y ahora cabría preguntarse, ¿qué haremos nosotros para seguir construyendo una Re­volución que nos dure otros 570 años? ¿Có­mo trasladar esa conmoción descomunal y convertirla en hechos que nos ayuden a enterrar los errores y salvar nuestra esencia?

Al sentir el abrazo del pueblo cubano, los Cinco dijeron que habían olvidado todas las penas vividas en la cárcel, y dieron su disposición para estar en cualquier lugar donde se les necesitara. ¿Cómo hacer entonces para estar a la altura de esos principios y poder contar esta Historia a la vuelta de unos años? Esa ha de ser la primera pregunta que se haga este pedacito de generación, desde nuestra breve altura, al arribar al mejor Primero de Enero desde hace 16 años.

 


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