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General: KID CHOCOLATE ....GLORIA DEL BOXEO CUBANO
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 13/02/2015 14:10

Yiyi, Chócolo o sencillamente Kid Chocolate

'“El boxeo soy yo”, esa fue la frase que inmortalizara a Kid Chocolate, primer campeón cubano en el boxeo profesional.

Por Javier Perera, estudiante de Periodismo

Antes del estruendoso triunfo que lo lanzó al estrellato el 29 de agosto de 1929  cuando venció al ídolo estadounidense Al Singer, Kid Chocolate siempre soñó con ser un boxeador exitoso. Para ello, desde bien temprano se abrió paso a paso el futuro deseado a base de puñetazos y sacrificio.

Yiyi era el apelativo por el que conocían a Eligio Sardiñas cuando niño. En derredor del Cerro anduvo los primeros años de su infancia. Pobre y sin educación escolar enfrentó las rémoras de un sistema capitalista que desestabiliza de golpe a los menos pudientes. Echó mano a cuanto oficio barato tuvo a su alcance, todo por salir a flote él y su familia de un entorno que los ahogaba.

El deporte corría por sus venas, como si fuera la savia que alimenta a un campeón en ciernes. El béisbol y la cancha fueron sus primeros fuertes, pero él guardaba en un lugar especial su interés por el boxeo. Este había nacido de los carteles montados en la Arena Colón, donde los protagonistas eran “celebridades” del barrio, y de un hambre que lo obligó a pensar en serio sobre la posibilidad de dedicarse a este deporte.

El diario La Noche organizó un torneo atípico de pugilismo para voceadores de periódicos. Yiyi tenía 10 años, su físico era una pluma y su petición de competir fue respondida por un alud de risas e improperios. “¿Tú? ¡Pero si es que no tienes contrarios para tus pocas libras! Vamos, chico, déjate de bromas”, reza un fragmento de Kid Chocolate. “El boxeo soy yo…”, libro de los autores Elio Menéndez y Víctor Joaquín Ortega. No obstante las afirmaciones, nunca se mostró vacilante y su presencia se sintió cuando derrotó al quinceañero Kid Viejita, rival muy superior físicamente pero socavado por los potentes jab del negrito cerrano.

Con el frenesí propio de un boxeador casi bisoño y un singular estilo con la mano izquierda baja para provocar a sus rivales, fue sorteando cada velada con el ingrediente de la victoria. Ese fue el cariz que tuvo sus andanzas amateurs por los tradicionales certámenes que cada año convocaba el periódico La Noche.

Sediento de probar su valía en instancias superiores, abrió con éxito su currículo en el semiprofesionalismo. La víctima de turno fue Joe Castillo y Chócolo, con 15 años, no pararía entonces hasta enfrentar a Johnny Cruz, en aquel momento as metropolitano de Nueva York.

El antojo de rivalizar con el peleador norteamericano nació luego de ver el triunfo alcanzado por Cruz a expensas de Eugenio Molino.  El reto fue instantáneo: “¡Quiero una pelea con el campeón metropolitano de Nueva York!”, exclamó el avispado negro. Tal y como ocurrió cuando quiso contender en el primer programa de La Noche hacía varios años, los allí presentes hicieron oídos sordos a su provocación.

El destino le regaló días más tardes un golpe de suerte. Luis Felipe Pincho Gutiérrez, representante de Cruz, le informa al cubano que 40 pesos era la oferta que le darían para el ansiado duelo. Poco dinero pero muchas necesidades le obligaron a acceder. Menos de una semana tuvo de preparación y llegado el día del combate, vence de forma convincente a su oponente.

Ante una sarta de justificaciones, Chócolo insta a la revancha. Paradójicamente el vencedor busca la pelea para que su contrincante se haga justicia.  Demora poco más de dos meses. El 11 de febrero de 1928, favorecido por el vuelo mediático y las expectativas ocultas de Pincho sobre todo, tiene lugar, por 100 pesos esta vez, el enfrentamiento consagratorio de Kid Chocolate, nombre con el que asaltará más adelante los más diversos escenarios del mundo.

La afición supera con creces al anterior encuentro entre ambos. Apenas quedan resquicios para sentir el gong inicial.  Desde los primeros segundos Chocolate deja claro su espíritu furibundo y mezcla combinaciones con su izquierda potente y un hook muy certero. Siete asaltos dura la angustia para el estadounidense, termina su idealizada hegemonía en los jabs de un casi desconocido.

“La vez anterior inventaron esa leyenda absurda de que yo no estaba en forma, que había dejado de entrenar y no sé cuántas cosas más. Ahora se habrán convencido: el propio Pincho fiscalizó día a día mi preparación y ya vieron lo que sucedió. ¡Yo quiero ver quién le gana en Cuba a ese negrito!”, afirmó convencido de su revés Cruz.

Pincho contrata los servicios del pugilista cubano y el 22 de junio de 1928 la escuadra comandada por el manager y conformada por Relámpago Sagüero, Juan Antonio Herrera, Gilberto Castillo y la principal figura Chocolate, parten hacia los Estados Unidos en busca de dinero y gloria. En poco más de un año, el hombre más legendario del boxeo cubano vio su nombre inscrito por primera vez de tantas, en la marquesina del templo del pugilismo mundial, el Madison Square Garden neoyorquino.

 

 


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