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General: Rusia colaborará con las autoridades elegidas en el este de Ucrania
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 03/11/2014 14:54 |
Rusia colaborará con las autoridades elegidas en el este de Ucrania
Los rebeldes celebran unas elecciones que Kiev considera “una farsa de terroristas”
Los insurgentes prorrusos de las denominadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk (RPD y RPL) celebraron ayer unas elecciones para legitimarse que son reconocidas únicamente por Rusia y que contradicen los acuerdos firmados en septiembre por Ucrania, Rusia y los independentistas en Minsk bajo la égida de la OSCE. El apoyo de Moscú a la cita con las urnas en el territorio rebelde de Ucrania anuncia una nueva escalada de tensión entre Rusia y Occidente.
El jefe de la Duma Estatal de Rusia, Serguéi Narishkin, dijo ayer por la noche que Moscú está dispuesta a “colaborar con las nuevas autoridades” de la RPD y RPL. El vicejefe de Gobierno, Dmitri Ragozin, responsable de la industria militar, manifestó a su vez que las importaciones industriales procedentes de la RPD y RPL no serán sustituidas por mercancías de fabricación rusa, como ocurre con las importaciones del resto de Ucrania.
Mientras tanto, en Kiev el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, calificó los comicios de “farsa pistola en mano, tanques y ametralladoras en parte de Donbás (las provincias de Donetsk y Lugansk)” de la que son responsables “dos organizaciones terroristas”. Se trata, según el jefe del Estado, de un “acontecimiento horrible que no tiene nada que ver con la expresión real de la voluntad popular”. Ucrania, afirmó, reaccionará de “forma adecuada” al incumplimiento de los protocolos de Minsk.
A las urnas había sido convocada la población residente en los territorios controlados por los insurgentes, enzarzados en una guerra con Kiev que se ha cobrado ya más de 4.000 víctimas. La RPD y la RPL han contado con ayuda humana y técnica procedente de Rusia, cuyo ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, ya había dicho que Moscú reconocerá los comicios. En ellos se elegían simultáneamente los máximos dirigentes y los parlamentos independentistas. En Donetsk, tres eran las candidaturas al puesto de jefe de la RPD, y el favorito entre ellos era actual jefe de Gobierno Alexandr Zajárchenko, quien según las encuestas a pie de urna, habría superado el 81% de los votos. Zajárchenko, un minero de formación, declaró que quería “construir un Estado”.
Para el Parlamento se presentaban dos de las tres formaciones, que los separatistas han “legalizado” tras vetar a otras muchas que intentaban registrarse, entre ellas las que apoyan a otros independentistas rivales de los que controlan al poder y el partido comunista. Legalizados han sido el Movimiento Social República de Donetsk, del vicejefe del Gobierno Andréi Purguín, y Donbás Libre. En Lugansk, Igor Plotnitski, el actual jefe de la RPL, esperaba que las urnas lo confirmaran en su puesto.
La Duma Estatal de Rusia, la cámara baja del Parlamento, que no envió observadores a las elecciones parlamentarias ucranias del pasado domingo, sí lo hizo a Donetsk y Lugansk. Además, Moscú organizó el viaje de los observadores internacionales, que fueron invitados por las mismas instituciones y coordinados por las mismas personas que lo hicieron en el referéndum ilegal de Crimea el pasado marzo. Entre los 70 observadores internacionales estaban los abogados españoles Felipe Delgado y Renato Landeira, invitados por el Instituto de Estudios de Integración Internacional de Moscú. Delgado y Landeira declararon por teléfono a esta corresponsal que habían llegado a Donetsk el sábado, tras volar a Moscú y de allí, a Rostov, desde donde viajaron en autobús a Ucrania. Ambos consideraron que las elecciones transcurrían “normalmente” y con una gran afluencia de votantes, aunque con “mucho despliegue de fuerzas de seguridad”. Landeira dijo haber acudido por “curiosidad jurídica” y ser socio de Pedro Mouriño, el empresario gallego que fue observador a Crimea. Mediasiete, la empresa de la que ambos forman parte, según su página de web, ha colaborado en diversos proyectos con el Instituto de Estudios de Integración Internacional de Moscú. El servicio de seguridad ucranio ya ha anunciado que va a declarar persona non grata a todos los observadores que participaron en el proceso.
Rusia envió un nuevo convoy de “ayuda humanitaria” el domingo y artistas rusos animaban la noche electoral en el centro de Donetsk. Junto a los colegios se vendían sacos de cebollas, zanahorias y patatas por el insignificante precio de una grivnia (menos de diez céntimos de euro). Se formaron largas colas de gente dispuesta a esperar varias horas para depositar su voto. La afluencia de gente a los colegios puede atribuirse en parte a los votantes suplementarios, procedentes de barrios muy destruidos por los bombardeos donde no se abrieron los colegios.
Durante el fin de semana hubo varios incidentes violentos. En la noche del sábado al domingo los tanques ucranios intentaron entrar en la ciudad de Górlovka, pero fueron rechazados y la población fue después bombardeada, según los insurgentes. La situación se agravó en el distrito de Shajtiorsk y Kirovsk y en los alrededores de la ciudad de Mariúpol. El corresponsal del diario Komsomólskaya Pravda relataba que los colegios no se abrieron en Shajtiorsk ni en Zhdanovka, porque “desde la pasada noche allí hay guerra”. Esto indicaría que las tropas ucranias prosiguen sus intentos de abrir una brecha entre la RPD y RPL. Por la mañana un vehículo explotó en un puesto de control y mató a dos militares ucranios. En Lugansk, los insurgentes intentaban desplazarse hacia el norte junto a la localidad de Shastie, donde está la central eléctrica de la que depende la ciudad de Lugansk. Un poco más al norte está ubicado el principal nudo de distribución de gas de la región, actualmente bajo control de las tropas leales a Kiev.
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Las leyes rusas avanzan en Crimea
Obtener un nuevo documento de identidad es el principal obstáculo para los crimeos. Las sanciones europeas, la dificultad para conseguir licencias y permisos, y el carácter estricto de las leyes rusas también se hacen sentir.
Por Agustín Fontenla
Desde Sebastopol
Sebastopol es el rostro más pro ruso de Crimea, sobre todo por la presencia de la flota rusa desde hace años. Aquí la mayoría de la gente está satisfecha con su nuevo estatus político, a pesar de los inconvenientes que genera adaptarse a un nuevo país. “Nadie dijo que sería fácil. Debemos esperar unos años a que se estabilice la situación”, manifiesta Evgeniy Barkhatov, segundo oficial en una compañía de buques mercantes en Sebastopol. “El mayor problema es con los documentos. Cuando fui a hacer el trámite, tenía 10 mil personas antes en la cola.”
Barkhatov cuenta que su madre es de Uzhgorod, una ciudad ucraniana prácticamente en la frontera con Eslovaquia, mientras que su padre nació en Sebastopol. Sobre la guerra en el este de Ucrania, dice que la familia de su madre sostiene que Rusia invadió Crimea. Para él, eso no es cierto, “nadie nos puso un revólver en la cabeza para votar en el referéndum”.
Un año atrás, la península de Crimea era parte del territorio ucraniano. En Kiev, las protestas contra el presidente Viktor Yanukovich por cancelar la firma de un acuerdo de asociación con la Unión Europea, la corrupción y la crisis económica alcanzaban su punto máximo de violencia. El gobierno ucraniano, aliado de Moscú, se tambaleaba, y era inminente un cambio en la cúpula del poder. En ese contexto, Vladimir Putin ordenaba iniciar una operación razonada y silenciosa para garantizarse el control del puerto de Sebastopol en el Mar Negro, sitio de la flota rusa, y de toda la región de Crimea. En cuestión de días, un ejército con tropas sin identificación doblegaba al ejercito ucraniano con una combinación de buenos modales y armas de guerra. Mientras, en el parlamento y el gobierno crimeo cambiaban las autoridades en un proceso que olía poco a democracia. En una semana, votó un referéndum a favor de la integración al Estado ruso por aplastante mayoría.
Pavel Babushkin es encargado de un local de venta de computadoras. Afirma que las ventas se mantienen en el mismo nivel pero que ha cambiado el tipo de cliente. “Antes un 60 por ciento eran compradores individuales y el resto corporativo. Ahora sucede lo contrario. Se debe a la cantidad de nuevos emprendimientos en la región”, interpreta. A la pregunta sobre qué ha cambiado en general, responde que las leyes rusas son más estrictas. “La semana pasada vino la Policía de Inmigración a controlar que los empleados estuvieran registrados. Aquí todos están en regla, pero mi novia es de Nikolaev (al sur de Ucrania) y no tiene documentos rusos. Es muy difícil que los consiga porque está aquí desde hace dos años y trabaja ilegalmente, sin embargo su situación a ellos (la Policía de Inmigración) no les importa”. Babushkin nació en Rusia y se mudó a Sebastopol hace veinte años, pero eso no despierta discusiones con su novia respecto a la guerra. “No veo diferencias entre rusos y ucranianos”, afirma para zanjar la cuestión.
Los cambios no son positivos para Sergey Kapatcina, encargado de un flamante restaurante en el centro de Sebastopol. “La prensa rusa dice que aquí todo está bien, pero es mentira.” En su negocio, uno de los principales problemas es con la licencia para la venta del alcohol. “Ahora contamos con ella pero sólo un 15 por ciento en la ciudad la ha conseguido.” Otra de las dificultades es respecto a los bancos. Muchos de ellos han cerrado y las instituciones rusas que aún operan fueron alcanzadas por las sanciones aplicadas por Estados Unidos y la Unión Europea a Rusia, incluida Crimea, a propósito de la anexión y la guerra en el este de Ucrania. “Es muy difícil que te otorguen un crédito, y si lo consigues, debes esperar mucho tiempo. Al ya crítico estado del sistema bancario, se suma el bloqueo que Visa y MasterCard impusieron para las operaciones con sus tarjetas desde diciembre en la región. Aunque Kapatcina alterna su relato con sonrisas asegura que además tienen problemas con la electricidad y el agua, ya que ahora los proveedores son rusos, y últimamente con los teléfonos, pues “las compañías dejaron de ser ucranianas y sus números se adaptaron a la norma rusa”. Kapatcina cuenta con un hermano en Lvov, una de las urbes más pro europeas en territorio ucraniano, sin embargo ello no ha modificado su relación. Las discusiones sobre la guerra se deben a que “ni rusos ni ucranianos cuentan con información fiable”.
Ekaterina Evgenevna estudia en Kiev y es una de las que prefirió irse de Crimea. “No estoy de acuerdo con la anexión. Rusia no tiene derecho a intervenir en las fronteras de Ucrania ni tiene derechos sobre Crimea. Sentí que me robaban mi casa.” Su familia es rusa, el padre nació en Perm y su madre en Kamchatka, pero ambos viven en Simferopol. A ella la guerra le toca más de cerca y le preocupa que no acabe rápido: “No va a terminar si Rusia no sufre un impacto por lo que está haciendo”.
Valeria Alekseevna es una ingeniera jubilada que trabaja en un instituto educativo. Cuando tiene que opinar sobre la integración a Rusia, no oculta su felicidad. “Siento que ahora estoy en casa. Antes debía hacer los documentos en el idioma ucraniano y ahora puedo hacerlos en ruso.” De las nuevas condiciones, sólo le preocupa el aumento de precios, aunque aclara, “es principalmente por las sanciones”, y agrega que “sólo llevamos un año de transición; la situación va a mejorar.”
Las posibilidades se multiplicaron desde que Crimea se unió a la Federación Rusa, asegura con entusiasmo Yuri Gula, recién graduado en economía. “Con el título de bachiller en Rusia ya puedes trabajar en cualquier empresa, pero en Ucrania necesitas hacer una especialización o un master.” Sin embargo, Gula no considera la idea de ir a Moscú o buscar algún empleo relacionado con sus estudios en Crimea. “Estoy pensando en unirme al ejército de Rusia. Aquí un militar es muy respetado, y los salarios son de los más altos.” Su decisión aún puede esperar, porque al igual que muchos habitantes de Crimea, aguarda sus nuevos documentos.
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