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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 22/06/2015 14:03

Lunes, 22 de junio de 2015

MUSICA › LA ORQUESTA VICTORIA ANIMA LA MILONGA DE LOS LUNES EN CAFE VINILO

El tango es un largo viaje

La heterodoxa y sólida agrupación de trece músicos viene de actuar en Moscú y San Petersburgo, donde interpretaron una selección gardeliana que entusiasmó al público ruso. Es el material que están trabajando aquí, parte del cual será incluido en su tercer disco.

 Por Cristian Vitale

Recién llegado de Moscú y San Petersburgo, Cheche Ordóñez no puede salir del asombro. “Tocar en esos pagos es como tocar en otro mundo”, dispara, mientras el contexto que lo rodea en su bar (el Café Vinilo) lo devuelve a un mundo más conocido, claro. El de cada lunes después del crepúsculo: diez, quince, veinte personas tomando algún aperitivo, practicando pasos o charlando a la espera de la típica milonga matalunes. Aún falta para que los bailarines, aprendices anónimos, salgan a la pista: él observa de reojo la situación, y retoma el diario de viaje al país de estepas, urbes y revoluciones. “Musicalmente también fue interesante porque no fuimos dentro de un marco muy tanguero. Había algo, sí, pero tocamos en dos teatros grandes que no tienen relación con un circuito tanguero. Que no se enojen si no tocás ‘La cumparsita’ también es un muy buen dato”, se ríe el bandoneonista sobre otra de las datas madre de las actuaciones que la Orquesta Victoria protagonizó en el marco de un intercambio cultural entre Rusia y la Argentina.

Puntual y específicamente el material que la Victoria llevó al país de Lenin es el que está trabajando acá: una selección gardeliana arreglada por su pianista y director artístico, Alejandro Drago, que incluye versiones de “Soledad”, “Volver”, “Por una cabeza” y “El día que me quieras”, más una serie de composiciones instrumentales y otras piezas cantadas por Noelia Moncada, que grabaron en un disco a punto de salir. “Nadie pidió Gardel, pero lo hicimos para no hacer todo el concierto con músicas propias e instrumentales”, aclara Ordóñez, sobre un set que, además de la de Moncada, incluyó la participación de una pareja de baile. “Sin llegar a ser algo tradicional, porque nuestros arreglos están lejos de eso, la idea era presentar algo más entretenido. Creemos que gustó mucho, pero la verdad es que nunca lo supimos”, vuelve a reír el músico-productor-bolichero.

–No pudieron medir la reacción del público, entonces.

–Notamos que es muy respetuoso durante el concierto y muy agradecido al final. Muchos aplausos de pie y regalos: bombones, flores, algo que nunca nos había pasado en las milongas de acá. Súper afectuosos, pero distintos, más formales, no sé.

Al menos más que los tangueros y milongueras que, ya cerca de la medianoche, pueblan la sala de conciertos del bar de Gorriti al 3800, donde la heterodoxa y sólida orquesta de trece músicos se presenta cada lunes, desde hace tres años. Mesas y sillas dispuestas en ronda, un círculo de baile en el medio, luces tenues y un set que se parece al presentado en Rusia, incluida la voz de la Moncada, que se luce con unas maravillosas interpretaciones de “Soledad” o “Fruta amarga”, el maravilloso tango que Homero Manzi escribió en 1944. “La verdad es que lo que define principalmente a la orquesta es su relación con el espacio, con este espacio”, reflexiona Ordóñez, consciente del alrededor. “Es nuestra casa y que la orquesta tenga propio espacio la define de por sí, define su búsqueda. Por un lado eso, y por el musical, es una de las orquestas que intenta seguir por un lado menos oscuro y trash que la Fierro. Creo que nosotros vamos por una línea más melódica, más salganiana. Intentamos ir por una búsqueda orquestal no tan oscura”, insiste Ordóñez, a punto de iniciar una gira por Nueva York, Chicago y San Francisco (donde la orquesta tocará en el marco del San Francisco Art Festival) y de editar su tercer trabajo discográfico.

–¿Cómo conviven el dueño y el programador de Vinilo con el bandoneonista de la orquesta en una misma persona?

–(Risas.) Bueno, al principio fue complejo, a tal punto que dejé de tocar con la orquesta en el Vinilo, incluso antes de que se llamara Victoria. Vinilo abrió en 2009 y yo recién volví a tocar con la orquesta aquí en 2011, y como invitado. Había shows todo el tiempo, pero yo nunca tocaba, porque tenía muchas confusiones propias, muchos pruritos, prejuicios. Pero pasó que el bar abría de martes a domingo, y la orquesta ensayaba los lunes, y de repente esos ensayos empezaron a ser abiertos, y con un plus: en la orquesta hay tres cocineros excelentes, y era una tentación tener una cocina con ollas, platos y comida para todos, hasta que pensamos en abrir los ensayos al público, y las comidas también. Al toque empezó a mezclarse todo, hasta que oficializamos la milonga al mismo tiempo que se cayeron mis pruritos. La verdad es que ambas cosas crecieron más de lo que soy yo... los dos proyectos toman decisiones más allá de las mías.

–Hay células autárquicas.

–(Risas.) Es un proyecto que incluye mucha gente, sí. Y con ideas interesantes. En un momento empecé a decir ¿por qué no tocar en la orquesta los lunes? Me superó la práctica cotidiana (risas). Incluso me sigue dando conflictos hasta hoy, pero me subo y toco. Si estoy en el baile, pues bailo.

–Volviendo a los viajes, también estuvieron de gira por Latinoamérica, por Alemania y por Austria. ¿Marcaron un punto de inflexión para la orquesta esos viajes?

–Más bien son consecuencia de un punto de inflexión anterior, que fue el disco que grabamos en vivo, acá. Lo que sí es: ¿y ahora qué sigue?

–¿Qué sigue?

–Bueno, si bien tenemos proyectos muy fuertes a futuro, es todo un desafío seguir porque hay que mantener la vara acá. Humanamente, la orquesta está bien, y eso es muy valioso, porque es lo más difícil en un grupo. Lo humano es lo más difícil. Sostener la parte humana te determina lo estético, lo musical. De hecho, la orquesta pasó de ser un grupo de músicos que se juntaba a tocar y comer pizza, a ser un grupo profesional que viaja y graba discos, y eso tuvo que ver con una decisión humana más que artística. Yo siempre insisto en eso.

La Orquesta Victoria intenta ir por “una línea orquestal no tan oscura”.


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