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General: REPORTAJES PIPOLL
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Los ostentosos ‘Megateo’ y ‘Pijarbey’, dos capos muertos en una semana
Se habían convertido en objetivos de alto valor para las autoridades. Ambos cayeron en las zonas donde impusieron su ley.
Más de 1.250 kilómetros separan al corregimiento San José del Tarra, en plena zona del Catatumbo (Norte de Santander), con el municipio Cumaribo, en Vichada. Ambos lugares no sólo comparten su cercanía a la frontera con Venezuela, sino que desde hace un tiempo eran el refugio de dos de los más poderosos capos del narcotráfico en el país, ‘Megateo’ y ‘Pijarbey’, quienes, tras burlar varias veces el cerco de las autoridades, encontraron la muerte en la misma semana. Cumaribo es el municipio más extenso de Colombia. Tiene un área aproximada de 65.193 kilómetros cuadrados, más grande que 81 países en el mundo, más grande que el área de Costa Rica, por ejemplo. Pero su densidad es de las más bajas. Tiene una población de 28.800 habitantes, de los cuales 4.500 habitan la cabecera municipal. Hasta hace 25 años, según lo relata Alfredo Molano en una de sus crónicas de viaje por Vichada (publicadas en El Espectador), Cumaribo no era más que “un paradero de buses: tres chozas, dos bares y una casa de citas”. En esa época se comenzaba a sembrar coca, que con los años terminó siendo la salvación para campesinos oriundos del lugar, además de cientos venidos de Casanare, Meta, Boyacá, Tolima, e incluso Bogotá. Conducido por información de inteligencia, un grupo élite del Gaula de la Policía llegó a ese lugar. Tras el rastro de quien era considerado el mayor capo del narcotráfico de los Llanos Orientales: Martín Farfán, alias ‘Pijarbey’, reconocido como uno de los hombres más cercanos al poderoso Pedro Oliverio Guerrero, alias ‘Cuchillo’, abatido en el 2010. Aunque la búsqueda era compleja por la extensa área del lugar, el pasado domingo dieron en el blanco. ‘Pijarbey’ encontraba la muerte tras varios años en el negocio de las drogas, con el peso de tres órdenes de captura, por concierto para delinquir, narcotráfico, homicidio y porte ilegal de armas, y tras una estela de sangre y crimen que había azotado durante varios años la región. Todo un éxito para las autoridades colombianas.
A diferencia, San José del Tarra es uno de los siete corregimientos de Hacarí, un municipio nortesantandereano que no supera 400 kilómetros de área, y 2.000 pobladores. Fue el lugar donde este viernes murió Víctor Ramón Navarro, alias 'Megateo', considerado uno de los mayores narcotraficantes del país y quizá quien más veces ha burlado el cerco de las autoridades. De hecho, el pasado 16 de agosto, tras una operación del Ejército y la Policía, las autoridades lo alcanzaron a dar por muerto. Pero sólo este viernes se conoció la muerte de este otrora guerrillero del EPL. Algunas versiones preliminares indican que 'Megateo' habría muerto por la manipulación de un explosivo mientras sostenía los enfrentamientos con la fuerza pública. Para los expertos, la muerte de ‘Megateo’ es el golpe más importante desde el operativo que culminó con la muerte de Alfonso Cano, jefe de las FARC, en la Operación Odiseo, desplegada entre finales de octubre y principios de noviembre del 2011 en inmediaciones de Suárez, en Cauca. Quizá desde que el proceso de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC, las Fuerzas Militares han concentrado sus acciones contra capos del narcotráfico y jefes de bandas criminales. Tanto ‘Pijarbey’ como ‘Megateo’ se habían convertido en objetivos de alto valor. ‘Megateo’ nació el 25 de enero de 1976 en el municipio de San Calixto, Norte de Santander. A los 15 años ingresó al EPL y toda su vida se movió en la misma zona, que conoció como pocos. Pero esa no es su única ventaja. Actuaba como todo un Robin Hood. Repartía útiles escolares, llevaba personalmente mercados a ancianas en veredas apartadas, daba regalos de Navidad y hacía fiestas. Por eso era “respetado” en la región. Desde finales de los 90, por lo menos una veintena de policías perecieron tras la búsqueda del capo. Mientras 'Megateo' era quien controlaba las rutas del narcotráfico en Norte de Santander, a quien otros narcotraficantes tenían que pagarle por pasar droga a Venezuela, y recibir impuestos por cuanto laboratorio había en el departamento, ‘Pijarbey’ lo hacía en los Llanos. “El campesino es que la produce por necesidad. Hay un problema social. Si el Estados creara un programa donde ellos pudieran sostener a sus familias, no estarían chimbiando con matas”, le dijo 'Megateo' a SEMANA.
De acuerdo con la información de las autoridades, Farfán era cabecilla del Bloque Libertadores de Vichada, una de las tantas bandas criminales que hay en el país. De acuerdo con el reporte policial, alias ‘Pijarbey’ no sólo controlaba las rutas de narcotráfico en Vichada, también lo hacía en Meta y Guaviare hacia la frontera con Venezuela. También se financiaba mediante la extorsión, oficinas de cobro y ajustes de cuentas en estos departamentos. ‘Pijarbey’ era adicto a la pornografía. Explotaba sexualmente a adolescentes de Vichada. Cuando se fijaba en alguna, la sometía, incluso llenaba con tierras, ganado, vehículos y dinero a los padres de quienes convertía en sus enamoradas. En el lugar del operativo, los uniformados encontraron un teléfono y una agenda en la que había una escalofriante lista de las modelos y mujeres prepago que llegaban a diario a complacer al capo. También le gustaba la santería. Dos pitonisas de Urabá y Chocó le hacían los rituales para implorar protección a seres supremos. El oro era una de sus debilidades, incluso obligaba a sus escoltas a portar alguna joya de este metal con el argumento de que repelía la mala suerte y las malas energías. Una colección de relojes de oro con incrustaciones de diamantes hacía parte de sus elementos más excéntricos. En los orígenes de ‘Megateo’ y ‘Pijarbey’ hay un contraste particular. El primero se enroló a las filas de la guerrilla, y el segundo en el Ejército, incluso era uno de los soldados más destacados del Batallón de Infantería Aerotransportado Serviez de Villavicencio (Meta). Con el tiempo pasaron a encabezar la lista de los narcotraficantes más buscados del país.
Pero el destino de estos dos narcotraficantes se encontró esta misma semana: La muerte. 'Pijarbey' la encontró en zona rural del municipio más grande de Colombia, y 'Megateo' en un recóndito rincón del Catatumbo con menos de 2.000 pobladores. Según el presidente Juan Manuel Santos, es uno de los dos finales que le espera a los criminales: “o sometidos a la justicia o bajo tierra”.
Dan de baja a ‘Megateo’, el gran capo del Catatumbo
Víctor Ramón Navarro, uno de los narcos más buscados del país y jefe de un reducto del EPL, murió en una operación militar en Norte de Santander.
En un operativo desarrollado desde el jueves en el corregimiento de San José del Tarra (Norte de Santander), murió Víctor Ramón Navarro, alias 'Megateo', considerado uno de los capos del narcotráfico más buscados en el país y jefe de un reducto de la guerrilla del EPL. Uno de los primeros en entregar detalles de la noticia fue el exministro de Defensa Juan Carlos Pinzón, ahora embajador de Colombia en Estados Unidos, quien felicitó a través de su cuenta de Twitter a la Policía y el Ejército Nacional por el operativo. "Felicitaciones @PoliciaColombia y @FuerzasMilCol por un golpe contundente al narcotráfico. Fue neutralizado 'Megateo'", dice. Algunas versiones indican que 'Megateo' habría muerto por la manipulación de un explosivo mientras sostenía los enfrentamientos con la fuerza pública. El temido capo perdió la vida en medio de las acciones que las autoridades desarrollaron en la zona del Catatumbo, en Norte de Santander, donde históricamente 'Megateo' se movía y tenía sus dominios. Fuentes le explicaron a Semana.com que se está haciendo la debida identificación de los tres cuerpos que murieron por la "deflagración" de un explosivo de alto poder, entre ellos 'Megateo'. Hacia el medio día, el presidente Juan Manuel Santos aseguró que la muerte de 'Megateo' se produjo gracias a un trabajo conjunto del Ejército y la Policía. "Estabamos detrás de él desde hace muchísimo tiempo (...) un golpe que nos debe llenar de alegría". Santos también dijo que esa será la prioridad de la Fuerza Pública, la captura de reconocidos delincuentes y criminales. Cabe recordar que los operativos que adelantaron las autoridades contra el temido capo se desarrollaron desde hace varios meses. El pasado 16 de agosto se dijo que 'Megateo' había muerto, pero la información fue desmentida minutos después cuando se dijo que fue alcanzado por un disparo de un francotirador que era parte de un reducido grupo especial que logró penetrar los anillos de seguridad y controles que el capo tiene en la zona. El señalado narcotraficante fue entrevistado y fotografiado en exclusiva por SEMANA en agosto del 2013, la única vez que conversó con un medio de comunicación. En ella había pedido iniciar diálogos de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos, como se habían hecho con las FARC y el ELN. Sin embargo, para las autoridades, esta facción del EPL siempre fue considerada un cartel del narcotráfico. 'Megateo' comandaba una estructura encargada de comercializar la mayor parte de la droga que se produce en el Catatumbo y que sale por Venezuela. El cerco sobre Navarro se había incrementado en los últimos años y de hecho, este escurridizo capo se había librado de varias operaciones tendientes a lograr su captura. También se le atribuye la construcción de una compleja red de túneles en Norte de Santander para burlar a las autoridades. Hace tres años, 'Megateo' también había salido indemne de un operativo en su contra, en el que resultó capturada Yanith Sepúlveda, a quienes las autoridades señalaron de ser su compañera sentimental. Hace dos años también el gobierno de Estados Unidos lo había incluido en la llamada ‘Lista Clinton’. Por información que condujera a su captura las autoridades ofrecían hasta 2.000 millones de pesos como recompensa.
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Las siete vidas del gato de Megateo y Otoniel
Los dos hombres más buscados del país tienen el mismo origen: guerrilleros del EPL. Sus vidas paralelas muestran cómo una mala desmovilización perpetúa la violencia.
Dairo Úsuga, alias Otoniel, es el jefe de la banda criminal de los Urabeños. Víctor Navarro, alias Megateo, es el comandante de una disidencia guerrillera. Por el primero hay 5 millones de dólares de recompensa. Por el segundo se ofrecen 2.500 millones de pesos. Al primero lo persiguen más de 1.500 hombres de la Policía. Tras el segundo hay cerca de 800 uniformados. El primero está en las húmedas selvas del Urabá antioqueño. El segundo, en las montañas de Norte de Santander. Los dos son en la actualidad los hombres más buscados de Colombia. Otoniel se presenta y pretende que su organización criminal sea considerada como las nuevas autodefensas. Megateo, por su parte, dice que la estructura que dirige es un grupo subversivo de ideas marxistas que lucha por una revolución. Ni lo uno, ni lo otro. Cobijados bajo el manto de ser paramilitares y guerrilleros, la realidad es que no son los jefes de dos grupos enemigos como lo han intentado hacer creer a la opinión pública. De hecho es todo lo contrario. Son socios, amigos y se dedican a lo mismo: el narcotráfico. Cada uno lidera las que, según las autoridades, son las mayores estructuras que existen actualmente dedicadas a la producción y exportación de droga. Otoniel, por gran parte del Caribe y el Pacífico. Megateo, a lo largo de la frontera con Venezuela. Estos dos capos llevan años siendo perseguidos por la justicia. Durante lo que va de 2015 han ocupado los titulares de prensa con mucha frecuencia. No es para menos. Desde febrero, Otoniel y su banda son el objetivo de la más grande operación de persecución contra un capo desde los tiempos de Pablo Escobar. Más de 500 de sus hombres han sido arrestados, y le han quitado droga, dinero y propiedades valoradas en más de 600 millones de dólares. Megateo, por su lado, volvió a saltar a los titulares en las últimas dos semanas. La razón no es otra que la más reciente operación que las Fuerzas Militares lanzaron en su contra. El pasado domingo 16 de agosto se rumoró incluso que el capo del Catatumbo, como es conocido, había muerto ese día. Sin embargo, todo parece indicar que logró sortear con éxito la ofensiva. Desde hace ocho años es considerado un “blanco de alto valor”. Durante este tiempo más de 50 operaciones se han realizado en su contra sin ningún éxito. La vida de estos dos capos tiene muchas cosas que los unen. Conocen como pocos las zonas en donde se mueven. Han logrado ganarse la confianza y el cariño de la gente que los protege y les informa de cualquier acción en su contra o de algún extraño que llegue a la región. Con regalos de mercados, electrodomésticos, medicinas, motos o dinero los dos son considerados como una especie de Robin Hood por los pobladores. Una hábil táctica que no pocas veces les ha salvado la vida o de terminar en la cárcel. El gusto por las joyas, las fiestas y, sobre todo, por mantener relaciones sexuales con menores de edad es otra característica de los dos capos. Estas vidas paralelas tienen un origen común que muy pocos conocen. A finales de los años ochenta, Otoniel y Megateo formaron parte de la guerrilla del EPL en donde militaron durante varios años. En 1991 se produjo la desmovilización de ese grupo, la cual estuvo marcada por una alta dosis de improvisación que generó que muchos de sus integrantes sencillamente optaran por no reincorporarse y crear disidencias. Otoniel y decenas de guerrilleros del EPL fueron reclutados y formaron parte de las nacientes autodefensas de Fidel y Carlos Castaño. Se transformaron en el pilar de ese grupo en la zona de Urabá. Con el tiempo, Otoniel haría parte de los paramilitares del Meta cuando las AUC se expandieron a esa zona. Tras el proceso de sometimiento de estos grupos, durante el gobierno de Álvaro Uribe, Otoniel regresó a Urabá y consolidó la conformación de su actual banda criminal. El destino de Megateo tras la incompleta desmovilización del EPL no fue diferente. Con un puñado de hombres creó una disidencia de esa guerrilla y se enquistó cerca al municipio de Hacarí, en el corazón de la región del Catatumbo. Enarbolando la bandera del desaparecido EPL realizó alianzas con facciones de las Farc y el ELN, y básicamente se dedicó a manejar y controlar toda la cadena del narcotráfico en esa zona del nororiente del país. Así ha sobrevivido la última década. El caso de estos dos hombres, más allá de que algún día sean capturados, es un claro ejemplo de los riesgos que existen cuando se realizan desmovilizaciones a medias o improvisadas. De guerrilleros rasos terminaron convertidos en dos capos fugitivos. Una historia que no debe repetirse.
De guerrillero a capo del narcotráfico
PERFIL DE MEGATEO
Víctor Ramón Navarro, ‘Megateo’, era de gatillo fácil, tenía un rosario de muertes encima y no le temblaba la mano a la hora de poner bombas. Sin embargo, era uno de los hombres más apreciados en la vasta región del Catatumbo. El dinero con el que ‘Megateo’ logró ‘comprar’ ese respaldo viene de la principal actividad económica del Catatumbo. La región es clave para el cultivo de coca y procesamiento de cocaína y tiene rutas estratégicas para tráfico y exportación. Poderosos capos del narcotráfico debían pagarle a Navarro por pasar la droga y por tener laboratorios en la región. En el Catatumbo abundan los sembrados de coca, los laboratorios para su procesamiento se mimetizan entre el espeso follaje y la red de trochas y caminos para llegar a Venezuela es inmensa. Por eso, muchos analistas y las autoridades tenían la certeza de que detrás de las marchas campesinas que se hacían en el Catatumbo gravitaba este narco. De hecho, la masiva protesta que se realizó en agosto de 2013 tuvo su origen en el reclamo de los campesinos para suspender de inmediato la erradicación de los cultivos ilícitos. Un hecho que los afecta a ellos, pero naturalmente a ‘Megateo’ también. Un rey en su santuario Pero ¿por qué es tan fuerte ‘Megateo’? Hace dos años la revista SEMANA, en su edición impresa, hizo un completo perfil de este hombre a propósito de una situación de explosión social muy similar a la que se vive ahora. En el reportaje se informa que los últimos cuatro ministros de Defensa de Colombia han enfrentado ese fantasma que no han podido derrotar. Navarro comanda un pequeño grupo de 50 guerrilleros del EPL en la región del Catatumbo y se ha vuelto una verdadera pesadilla para las Fuerzas Militares y el Gobierno. El 15 de enero del 2013, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, anunció una recompensa de 2.000 millones de pesos por ‘Megateo’ al final de un Consejo de seguridad de emergencia en Tibú, Norte de Santander. Pocos días antes, el Catatumbo y buena parte del departamento habían sido prácticamente paralizados por atentados y amenazas de bombas y en casi todos ‘Megateo’ estaba involucrado directa o indirectamente. Para sus acciones contó con el apoyo del frente 33 de las FARC, al que él suele pedir ayuda. El recuento en su momento era desolador. El 6 de enero del 2013 estalló un artefacto en el municipio de El Tarra y días atrás había sido atacada la estación de Policía. San Calixto permaneció incomunicado unos días por un camión bomba que bloqueó la única vía de acceso. Unos días después, el 13 de enero una volqueta con explosivos fue detonada cerca de Tibú. Un día después una torre de energía fue dinamitada en la zona. Con semejante comienzo de año, no es raro que el ministro Pinzón hubiera ofrecido la recompensa por Navarro. Él no era el primero y, quizá, no sería el último en hacerlo. Sus antecesores, Rodrigo Rivera, Gabriel Silva y el propio Juan Manuel Santos lo hicieron sin éxito. 'Megateo' y su medio centenar de hombres actúan en una zona donde hay fuerte presencia de las FARC, con el frente 33, y del ELN. Lo que resulta sorprendente es que aunque estas dos organizaciones son más fuertes en número de combatientes y armas que la pequeña disidencia del desmovilizado EPL que lidera ‘Megateo’ -llamada frente Libardo Mora Toro-, es él quien fija las condiciones de la guerra en la región. “Aunque tiene el grupo más pequeño, tiene alianzas muy fuertes con las FARC y el ELN no sólo para temas de narcotráfico, sino también para temas eminentemente tácticos y estratégicos ligados con la guerra. ‘Megateo’ es el que manda la parada en esta zona”, dijo en su momento a SEMANA un oficial antinarcóticos que lleva varios años tras el guerrillero. Víctima de los paramilitares Pero, como en Colombia las cosas no son en blanco y negro, la historia de ‘Megateo’ también tiene otra cara. Según contó él mismo, fue víctima de la maquinaria de muerte de los grupos paramilitares que a sangre y fuego llegaron al Catatumbo en la década de los 90 para arrasar sin piedad con lo que encontraron a su paso. ‘Megateo’ fue testigo de cómo los paras torturaron y descuartizaron a su madre y a su hermana menor. Por eso se explica que cuidara con celo a su esposa y a su pequeña hija. Ellas eran su debilidad. Otro elemento sorprendente del jefe cocalero en el Catatumbo es que, a diferencia de las otras guerrillas, ha mostrado habilidad para corromper e infiltrar las Fuerzas Militares y los organismos de inteligencia. Una de las entidades que más de cerca lo persiguieron fue el DAS. En abril del 2006, el entonces director de esa entidad planeó una operación para capturarlo. Desde Bogotá envió un grupo de diez detectives, quienes, junto con siete militares, debían arrestar a 'Megateo'. La operación se planeó en máximo secreto desde Bogotá, ya que no se confiaba en los órganos de seguridad locales. El 21 de abril de ese año se lanzó la operación que terminó siendo el mayor desastre en los 58 años de existencia de la extinta agencia de seguridad. Varios días antes 'Megateo' se enteró y cuando el convoy de agentes viajaba cerca al municipio de Hacarí, hizo estallar cargas explosivas. Los 17 detectives y militares que iban tras él murieron. Desde ese momento Víctor Navarro pasó a ser uno de los hombres más buscados. Desde entonces, el Gobierno viene ofreciendo recompensas por su captura o su muerte. Las investigaciones a raíz de lo que ocurrió en Hacarí dejaron al descubierto que el nivel de penetración y corrupción que había logrado ‘Megateo’ era mucho más alto de lo que se había pensado. La dirección de contrainteligencia del DAS obtuvo en su momento una serie de comprometedoras grabaciones entre ‘Megateo’ y un coronel de la brigada 15, en las cuales, en tono familiar, el oficial le daba datos sobre ubicaciones y movimientos de tropas. En su momento, la versión oficial sobre esas charlas entre el coronel y el guerrillero fue que se trataba de una ‘operación de inteligencia’ para dar con Navarro. Algo que nunca quedó claro ni fue exhaustivamente investigado. El ‘gran’ escape La primera y única vez que ‘Megateo’ fue arrestado ocurrió en julio del 2008. Dos de sus más cercanos hombres de confianza aprovecharon una fiesta y lo drogaron junto con uno de sus escoltas. Con anterioridad se habían contactado con agentes del DAS en Cúcuta y habían negociado la entrega del guerrillero a cambio del pago de 500 millones de pesos, la recompensa que en ese momento se ofrecía. Con ‘Megateo’ inconsciente, sus hombres lo entregaron a dos detectives del DAS cerca de Ocaña, quienes lo esposaron, lo acostaron junto a su escolta, también drogado, en el platón de una camioneta y partieron hacia Cúcuta. Lo que ocurrió es un misterio. ‘Megateo’ jamás llegó a su destino. Lo único que se sabe es que, según la versión de los detectives que lo transportaban, el guerrillero habría despertado y saltó de la camioneta en movimiento. Sus guardianes alegan que no pudieron perseguirlo ni dispararle porque sus armas no funcionaron. Aunque por esa fuga de ‘Megateo’ no hay un solo capturado, más de la mitad de la seccional de Norte de Santander fue relevada, comenzando por los directivos, pues existía la sospecha de que estuvieron involucrados en el escape. Desde esa fuga poco cambió. ‘Megateo’ siguió por años como comandante del frente Libardo Mora Toro del EPL y, desde las montañas de su natal Catatumbo, observó un conflicto del que él es uno de sus protagonistas. Hoy la historia de este capo parece haber llegado a su fin de confirmarse su muerte
DIDIER PIPOLL |
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