Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos no alcanzarán la normalización plena que, ambos pueblos merecen, mientras se mantengan vigentes el bloqueo económico, comercial y financiero, la política de subversión y la ilegal Base Naval de Guantánamo.
El 23 de febrero de 1903 la ilegítima Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo cumplirá 113 años. Está ubicada en la mejor bahía de cuba, ocupando un espacio de tierra y mar equivalente a 117.6 km2. Fue la primera base de Estados Unidos en nuestro hemisferio, la más antigua del mundo y la única donde el país sede carece de autoridad contractual para revocarla unilateralmente.
Según el repudiado acuerdo, Cuba posee la “soberanía” del territorio ocupado, pero la plena jurisdicción y señorío lo detenta la potencia ocupante.
Al influjo de la llamada política del “buen vecino” proclamada por el presidente F.D. Roosevelt, y bajo el amparo y complicidad de Fulgencio Batista, hombre de confianza del diplomático estadounidense Sumner Welles, en 1934 se firmó un nuevo acuerdo de relaciones entre ambos países abrogando la injuriosa Enmienda Platt, que ya resultaba innecesaria para la preeminencia del dominio sobre Cuba, pero manteniendo intocable el inciso referido al enclave naval en Guantánamo.
Los 22 presidentes que han pasado por la Casa Blanca desde 1903 la han mantenido inmutable, menospreciando el rechazo histórico del pueblo cubano y en desacato flagrante de las leyes que rigen el derecho internacional.
Lo mismo se puede afirmar de los presidentes cubanos de la seudo-república que, por oportunismo, entreguismo o vocación anexionista, dieron la espalda a los reclamos de su pueblo y a la dignidad de la patria.
En Estados Unidos y en cuba, con honorables excepciones, la base se presentaba no como una ignominiosa imposición, símbolo temprano del advenimiento del imperio estadounidense, que Martí nos anticipara, sino de la manera más irreal posible.
Veamos como un ejemplo ilustrativo, lo que en este sentido, refiere el profesor de Harvard Jonathan Hansen en su más reciente libro titulado “Guantánamo”, escrito después de sus varias visitas a la base:
” … los oficiales de relaciones públicas que me atendieron en mis visitas a la base, repitieron el mismo libreto: … los gallardos marines tomaron la bahía en el primer combate con las fuerzas españolas. Cuba, infinitamente agradecida, consintió el establecimiento de la base naval al final de la guerra española americana; … en los años que lleva la base las fuerzas basificadas en la misma retribuyeron a los cubanos actuando como buenos vecinos, estimulando su economía y, gentilmente, pero con firmeza, interviniendo en las volátiles provincias orientales para salvaguardar la libertad, independencia, estabilidad y la propiedad privada; … tristemente los Castro pusieron punto final a la idílica situación. La guerra levantó una impenetrable barrera entre aliados naturales y le añadió importancia estratégica a la base como garante de libertad en la región.”
Fue a partir del Triunfo de la Revolución, que la devolución del territorio ocupado se convirtió en un tema constitucional y de interés nacional, mientras que para Estados Unidos pasó a ser, durante más de 40 años, un espacio privilegiado para el derrocamiento de la Revolución incluyendo toda clase de provocaciones, conspiraciones y planes subversivos, entre los cuales, según documentos desclasificados por el gobierno estadounidense, se mencionaban la agresión de Playa Girón, la Crisis de Octubre, el Plan Mangosta, Patty–Candela, operaciones bingo, verano, tomar y cargar.
La mayoría de los planes contemplaban los asesinatos de Fidel y Raúl, así como la invasión a Cuba por los marines.
Aún así, cabe mencionar que a partir de la década de los 90 el nivel de tensión en el perímetro entre ambos lados de la frontera registró cierto grado de disminución devenido del comienzo de conversaciones sobre asuntos de interés común, como control de incendios, eventos meteorológicos, operaciones de salvamento, tráfico de drogas, etc.
Me atrevería a afirmar que las nuevas generaciones de estadounidenses poco conocen la verdadera historia.
La base es más conocida como un simple legado de la dependencia cubana de EE.UU., como centro migratorio de reclusión y tránsito de haitianos y cubanos que, como un perenne vestigio imperial, concertado en condiciones de absoluta desigualdad.
A partir del 11 de septiembre, adquirió destacada notoriedad mediática internacional como campo de concentración para los prisioneros de las guerras en Afganistán e Iraq, sospechosos de pertenecer a la organización terrorista Al Qaeda, enjaulados y sometidos a sistemáticos abusos y crueles prácticas de tortura contraviniendo los más elementales preceptos del derecho humanitario y de la Convención de Ginebra sobre prisioneros de guerra.
Las intenciones y promesas del Presidente Obama de cerrar la cárcel de Guantánamo permanecen incumplidas por la oposición política y pública y no implican, según sus propias declaraciones, el cierre de la ilegal base naval militar.
Igualmente, los altos mandos del Pentágono se han manifestado opuestos al cierre, basándose en el carácter estratégico de la base.
Otros ex militares de alta gradación consideran lo contrario. A ellos se suman no pocos académicos y significativas figuras de la diplomacia estadounidense, entre los cuales se encuentran varios ex jefes de la otrora Oficina de Intereses de Washington en La Habana.
El supuesto carácter estratégico de la base carece de sustentación, no vivimos en el 1903 cuando la instalación era única en toda la región latinoamericana y caribeña; hoy el imperio cuenta con 36 bases repartidas por toda la América Latina y el Caribe.
Tampoco vivimos en tiempos de Guerra Fría sino en tiempos en que nuestra región transpira paz y ejemplo de ello es la Declaración de la CELAC a la América Latina y el Caribe como zona de paz.
Cuba ya no es el país subordinado a Estados Unidos; es un país libre, soberano e independiente que reclama patrióticamente y como interés nacional la devolución del territorio ocupado bajo condiciones de fuerza.
El Presidente Obama reconoció públicamente el fracaso de la política que, por más de 50 años consecutivos 11 administraciones, impusieron a Cuba. En su calidad de Jefe de Estado y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, debería reconocer también el fracaso de la política imperial que por más de un siglo mantienen en nuestro país y cuyo oprobioso símbolo es la Base Naval de Guantánamo.