En los actos públicos siempre dio que hablar. La militancia K aprendió a sentir fanatismo por Moreno y su particular estilo. Rodeado por patovicas, funcionarios de la intervención del INdEC y hasta el ex campeón de Kickboxing Jorge ‘Acero’ Cali fue a movilizarse contra los caceroleros.
Amado por sus colaboradores de la secretaría de Comercio, a la que supo empapelar con su cotillón anti-Clarín, y odiado por sus enemigos, como el ex ministro de Economía Martín Lousteau, que siempre lo califica como un inútil, Moreno fue uno de los reyes de la arbitrariedad en la aplicación de una política caracterizada por la falta de normas, papeles firmados o resoluciones. Todo en su gestión formó parte de un apriete constante, con amenazas no veladas y resultados de escasa efectividad.
Como otros funcionarios de otros gobiernos, pero con una puesta en escena mayor que resaltó su fracaso, intentó controlar el precio del dólar con inspecciones en las casas de cambio y prometió recaudar US$4.000 millones por un amplísimo blanqueo de divisas que no consiguió ni el 25% de aquella cifra.
Pero ante cada crítica de empresarios, políticos del PJ o de la oposición, Moreno se sentía más respaldado en su accionar patoteril, amparado por el poder que le daban el cargo y sus guardaespaldas.
Luego la Presidenta debería desprenderse de su brazo ejecutor, el que mejor interpretó su forma de hacer política en materia económica. Un desprendimiento de altísimo impacto que fue presentado por el Gobierno como una renuncia, con fecha diferida y partida a una suerte de “exilio dorado” a Italia.
La renuncia de Moreno fue la mayor movida de la Presidenta en su estructura de gobierno como consecuencia de la derrota en las legislativas del 27 de octubre y de la necesidad de un rediseño que le permita transitar los dos años que le quedan de poder.
Para todos era inamovible porque la Presidenta lo “bancaba”. En efecto, “no hay cuestiones personales”, reconocen en el ámbito oficial… La salida de Moreno, de sus gritos e insultos, es casi un final de época.
Al ex funcionario, por ahora, la esperan algunas batallas judiciales, entre ellas, un pedido para que vaya a juicio oral y público en una causa por el delito de abuso de autoridad a raíz de una multa que impuso a la consultora económica Finsoport, propiedad de Jorge Todesca, por haber difundido los índices de inflación diferentes a los que emite el Indec. Es una causa que avanzó a paso acelerado este año.
Por esta causa, ya había sido procesado por el juez federal Claudio Bonadío, quien ahora deberá definir si clausura la instrucción y remite la causa a juicio.
Al momento de confirmar el procesamiento, la Cámara Federal consideró “arbitraria” la multa de $500.000 que Moreno había impuesto en 2011 a Finsoport.
“Se les imputa a los nombrados el haberse atribuido una competencia no asignada por la ley para dictar órdenes o resoluciones en perjuicio de Finsoport SA por motivaciones distintas a las alegadas, con conocimiento y voluntad de actuar de esa manera”, dijo el fiscal federal Ramiro González en su requerimiento de juicio.
# Su arribo
Moreno había llegado a la secretaría de Comercio Interior en abril de 2006, de la mano de Néstor Kirchner. A fuerza de aprietes y modales de compadrito, poco a poco fue ganando espacio en el áspero territorio kirchnerista. Además de dominar su cartera, en poco tiempo se convirtió en mandamás sin título del INdEC -al que le quitó buena parte de su credibilidad- y el Mercado Central, entre otras áreas. Los empresarios que lo visitaban, en riguroso off, contaban que los recibía con un revólver sobre el escritorio. Y que a continuación, les solicitaba sus números teléfonicos personales. Los llamados en tono imperativo se convirtieron en un clásico de su gestión.
Su paso, de menor a mayor, deja una larga lista de episodios polémicos y porciones abrumadoras de fracasos en el balance final. Desde el cruce con Martín Lousteau -por entonces ministro de Economía- a quien le dedicó un gesto de “cortar la cabeza” en un acto realizado el 1º de abril de 2008; sus impotentes arrebatos para contener la escalada de precios, hasta los pintorescos viajes a Angola y Vietnam, repletos de escenas ridículas pero que poco aportaron en la carrera por obtener dólares frescos para la economía.
En el medio, una cruzada fanática contra el Grupo Clarín -de la que fue uno de los principales impulsores- y una colección de nombres pomposos que ya tienen un espacio en el archivo: Carne para todos, Congelamiento de precios, Supercard, las promesas de un dólar blue a 6 pesos, el blanqueo de capitales, los cupos agropecuarios, los CEDIN y BAADE; y quizás su última e insólita movida: el proyecto para vender pan a 10 pesos hasta las 10 de la mañana.
# Grandes fracasos
El indec: El Instituto estadístico fue su primer gran intervención, a principios de 2007. A partir de allí, los índices de precios fueron intervenidos, y dejaron de reflejar las subas de precios que registraban otros indicadores similares. Luego las dudas se extendieron a otros índices (crecimiento, pobreza), a tal punto que hubo cuestionamientos hasta del Fondo Monetario, que amenazó con sanciones. Ahora el Gobierno promete un nuevo índice de precios, supervisado precisamente por el FMI.
Precios congelados: Fue su plan para “frenar” la inflación que el propio Gobierno desconoce, a principios de este año. Primero “congeló” todos los precios; luego los acotó a una lista de 500 productos. Los faltantes fueron la primera expresión de que el sistema no funcionaba. Los aumentos siguieron y decretaron la partida de defunción del régimen.
La carne, el trigo y la leche: Apuntando a reducir el impacto de la inflación en el bolsillo, Moreno bloqueó las exportaciones de algunos de los principales productos del campo. ¿El resultado? Paraguay exporta más carne que la Argentina, falta harina y el pan llegó a $30 el kilo, y los lácteos no paran de subir. Buscó suplir el problema con “Carne para todos” y similares.
La supercard: En marzo, Moreno buscó que los súper mantuvieran el congelamiento de precios prometiéndoles una tarjeta de crédito que cobrase menos comisiones. Se llamó Supercard. Se anunció y se demoró una y otra vez. Hoy existe, pero sólo la usan un par de centenares de consumidores, contra las decenas de millones de plásticos convencionales.
La inflación: La intervención del IndEC sólo ocultó algo que los consumidores viven día a día: la disparada de la inflación. El país vive ya a un ritmo de alza de precios del 25% anual, que los congelamientos no lograron controlar. Y ahora se ha establecido a un nivel del 2 por ciento mensual, impulsada sobre todo por los alimentos.
Clarín: Los ataques permanentes al Grupo Clarín en general, y sobre todo a la empresa Papel Prensa, fueron otro caballito de batalla del ex funcionario. Las irrupciones en asambleas de accionistas fueron uno de los puntos más altos en la política del patoterismo que desplegó Moreno desde su cargo.
La misión a Angola: Guillermo Moreno convenció a Cristina de que el futuro del comercio exterior estaba en el Africa, y más precisamente en Angola. Organizó dos misiones comerciales que resultaron un completo fracaso. Cosechadoras que nunca se entregaron, vacas lecheras que fueron y volvieron al país y no mucho más. Se recordará el merchandisin anti Clarín.
Cepo y controles al dólar: Moreno le presentó la solución a la Presidenta ni bien Cristina logró la reelección. El 31 de octubre de 2011 arrancó el cepo cambiario, la solución del ahora ex secretario de Comercio para frenar la caída de reservas. No logró eso, sino que además provocó un desdoblamiento cambiario de facto. El dólar que se puede comprar hoy está en 10 pesos. “Esa fue una idea de la pelotuda de Marcó del Pont, él estaba en contra, pero los medios dicen cualquier cosa”, se enojan cerca suyo.
Blanqueo: En medio de denuncias de lavado de dinero y con el dólar a $10, el Gobierno lanzó un blanqueo de capitales para repatriar divisas debajo del colchón o fuera del sistema, y presentó en sociedad el Cedin. Dos absolutos fracasos. Las operaciones inmobiliarias cayeron a pique y se cuentan con los dedos de una mano las que se pagaron con Cedin.