|
Por Wilfredo Alayón*
 Cárdenas, Cuba, (PL) Un hecho poco conocido marcaría en 1925 a los pobladores de esta costera ciudad del norte de la provincia de Matanzas, cuando fueron anfitriones del primer contacto entre cubanos y soviéticos.
Ocho años antes, en noviembre de 1917, triunfaba en Rusia la Revolución Socialista de Octubre, y para agosto de 1925 se anunciaba la llegada de un barco soviético a puertos cubanos para cargar azúcar.
Según el investigador Arnaldo Jiménez de la Cal, la noticia concitó dos actitudes contrapuestas: mientras el régimen de Gerardo Machado trataba de minimizar el suceso, obreros, campesinos y estudiantes organizaban festejos de recibimiento.
"El gobierno machadista, para evitar el contacto con las masas, confinó el buque al apartado puerto de Cárdenas (a unos 140 kilómetros al noreste de La Habana)", señala un texto de Jiménez de la Cal.
El vapor Vatslav Voroski entra a la rada cardenense el 4 de agosto de 1925, y un columnista del diario matancero El Imparcial saludaba la llegada con un artículo bajo el titular Bienvenido Vatslav Voroski.
"Desde el III Congreso Nacional Obrero, sus delegados protestaban por el aislamiento de la embarcación, y la Agrupación Comunista de la capital, llamaba a realizar actos de bienvenidas", destaca Jiménes de la Cal.
Acorde con el historiador, el líder juvenil Julio Antonio Mella, quien presidía las actividades de recibimiento, se decidió a visitar la motonave y con ese fín se trasladó hacia la citada villa, apodada también como Ciudad Bandera.
Existe una versión romántica de que Mella, un deportista nato, de fuerte complexión física y destacado en varias modalidades del deporte, nadó desde el espigón hasta la nave que estaba anclada en las afueras de la bahía.
Pero lo cierto es que Mella contacta con los dirigentes del Centro Obrero, y le presentan a Longino Peraza (Leo), a la sazón suministrador de agua potable a los buques en su lancha nombrada Los ocho hermanos.
Peraza condujo al líder comunista hasta la embarcación el 6 de agosto, donde permaneció varias horas y fue recibido por el capitán Iván Culaggi, indica la reseña de Jiménez de la Cal.
La experiencia -añade el también profesor universitario- "fue transmitida en una conferencia el 9 de agosto titulada Cuatro horas bajo la bandera roja y publicada en Lucha de Clases, órgano de la Agrupación Comunista de La Habana".
TAMBIEN EN MATANZAS
Como Cárdenas carecía de la cantidad suficiente de azúcar para completar la carga, el navío del naciente país se vio obligado a trasladarse hacia la cercana Matanzas, la cabecera provincial.
"A partir de la tarde del 15 de agosto, ondeó la bandera soviética por primera vez en ese puerto", destaca Jiménez de la Cal.
El cotidiano El Imparcial volvió a colocar en portada un titular con un texto que señala; "Como un silencioso, aunque gallardo emisario del sovietismo, encuéntrase en la rada matancera el barco mercante ruso Vastlav Voroski".
"Las mismas restricciones que soportaron los rusos en Cárdenas, volvieron a enfrentarlas en Matanzas. No pudieron atracar al muelle, se vieron al centro del espejo marino, y se les prohibió bajar a tierra", indica Jiménez de la Cal.
Sin embargo, el tesón y constancia de los matanceros rompieron las barreras, y durante los seis días de estancias en aguas de la región los marinos fueron visitados por delegaciones de obreros, intelectuales y periodistas.
La Hermandad Ferroviaria de Matanzas acordó organizar a los tripulantes un homenaje en su local del barrio de Pueblo Nuevo, y ante la presión las autoridades portuarias tuvieron que permitir bajar a tierra a cuatro marinos el 20 de agosto.
"De esta manera se formalizó el primer acto de solidaridad cubana con la patria de Lenin, al que asistieron representantes de ese país", subraya Jiménez de la Cal.
Completada su carga, el Vastlav Voroski levó anclas el 21 de agosto y partió hacia la primera tierra socialista del orbe, tras dejar una grata impresión en el territorio de Matanzas.
*Corresponsal de Prensa Latina en la provincia de Matanzas |
Tema anterior
Primer 