BEIJING.-Cada junio millones de estudiantes en China se enfrentan a una prueba que podría marcar sus vidas para siempre. El Gaokao, como se conoce al ejercicio anual de acceso a la universidad en el gigante asiático, se ha convertido en uno de los pocos fenómenos capaz de paralizar al país más poblado del mundo.
Este año cerca de 9,4 millones de alumnos de preuniversitario se sometieron, durante dos días, a este examen célebre por su exigencia e intensidad y que otorgará alrededor de cuatro millones de plazas para estudios superiores.
Considerado en esta nación como la gran apuesta al futuro académico, se trata de cuatro test de tres horas de duración donde cada provincia determina su propia serie de preguntas y que ponen a prueba los conocimientos de los bachilleres en tres materias obligatorias: Chino, Matemáticas e Inglés y una optativa de ciencias (Biología, Química, Física) o Humanidades (Geografía, Historia, Política).
«Aprobar el Gaokao y poder entrar en la universidad es uno de los puntos de viraje de nuestra vida», dijo a Granma Wang Sitong, estudiante de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing (BFSU, por sus siglas en inglés).
Para Wang, el éxito o fracaso en este test, catalogado como uno de los más difíciles del mundo, no solo decide «la institución en la que te formarás, también con quiénes te vas a relacionar, quiénes serán tus profesores y el ambiente en que te desarrollarás».
En China la mayoría de los estudiantes y sus padres creen con fervor que entrar en una buena universidad lleva a un futuro prometedor. Por eso consideran el Gaokao como la tarea más importante en sus primeros años de estudio, reconoce Claudia Chen, quien cursa su licenciatura en español en la propia BFSU.
Competir por la oportunidad de acceder a la educación superior genera grandes expectativas y nervios no solo entre los estudiantes que aplicarán, también entre los padres.
Durante varias décadas, debido a la política del hijo único, las familias chinas sembraban todas sus esperanzas en el éxito de sus descendientes, que en este país está estrechamente relacionado con los estudios universitarios.
«Cuando me enfrenté al Gaokao, en el 2011, mis padres me dijeron: haz lo que puedas, no importa nada más. Gracias a eso pude superar mis miedos y conseguir una buena marca, pero otros no lo logran por la gran presión que existe», comenta Yang Wenqian, licenciada en Lengua y Literatura China, «Creo que el Gaokao no solo mide la capacidad de aprendizaje de los estudiantes, también prueba cómo los padres superan las dificultades sicológicas y ayudan a sus hijos a vivir este momento importante de la vida», sostiene.
Agrega que esta etapa es decisiva en la vida de muchos, pero no de todas las personas. «Creo que esa es la primera vez que un joven debe pensar en lo que desea hacer en el futuro y esforzarse para alcanzar su meta».
Es tanta la expectativa que genera este fenómeno educativo que las autoridades de la segunda potencia mundial toman medidas especiales durante las jornadas que se aplica el examen para lidiar tanto con los nerviosos estudiantes, como con los ansiosos padres.
En la mayoría de las ciudades chinas se han impuesto controles de tráfico con el fin de asegurar la llegada fluida de los examinados, además se prohíben las obras de construcción cerca de las escuelas, bailes y todo tipo de eventos que pueda generar ruidos. También se instruyó a la policía, taxistas y dueños de restaurantes para que ayudaran a los jóvenes en estos días decisivos.
En Beijing, la capital, algunas escuelas establecieron unidades de asistencia equipadas con abastecimientos médicos de emergencia y fueron pospuestas la mayoría de las actividades y conferencias de gran escala. También desviaron temporalmente varias rutas de autobús para evitar molestias a los aplicantes.
Es lógico entonces que entre toda la presión que rodea al test se tomen importantes medidas de seguridad para evitar el fraude. El examen no solo es transportado y resguardado por escoltas armados, sino que los documentos son rastreados con sistemas de posicionamiento global (GPS) para evitar que estos se filtren antes de su aplicación.
Además, cámaras de circuito cerrado de televisión y hasta drones han sido utilizados para cuidar la imparcialidad de la prueba.
De hecho, desde el 2015, una enmienda a la Ley Penal condena la trampa con penas de hasta siete años de prisión por fraude en exámenes importantes, como el Gaokao.
¿POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE?
En China poseer un título universitario es vital para conseguir un buen puesto de trabajo.
«Desde la época de Confucio hasta hoy apreciamos a las personas con estudios y que han recibido buena educación.
Aquellos que son más cultos, son más admirados y recibirán mejores posiciones», indicó Chang Fuliang, doctor en Literatura y vicedecano de la Facultad de Filología Española y Portuguesa de BFSU.
Aunque para aquellos que no acceden a la educación superior se reducen muchísimo sus opciones de obtener un buen empleo, Chang considera que siempre hay excepciones.
De hecho Li Yichen, una joven de 22 años, no cree que el Gaokao decida siempre el futuro de las personas. «Aunque estudié portugués durante cuatro años, yo he encontrado un trabajo en el que me va muy bien y no tiene nada que ver con mi especialización», refiere.
En los últimos años ha crecido el debate sobre si el Gaokao sigue siendo tan importante como antes para elevar el estatus social. Aunque la diversificación de la sociedad y los cambios de paradigmas pueden tambalear el sistema, el profesor Chan considera que el Gaokao sigue siendo la mayor opción para los chinos y una manera justa de elección de talentos.
En ese sentido afirmó que este modelo está en constante evolución.
El Gaokao, tal y como se conocemos hoy, comenzó a aplicarse hace 40 años luego de la aplicación de la Reforma y la Apertura. Uno y otro tenían sus ventajas y desventajas, reconoce Chang y refiere que el modelo actual es una combinación de ambos.
Las autoridades chinas no esconden las diferencias que pueden existir entre la educación que reciben los jóvenes provenientes de las familias más humildes o asentadas en zonas rurales con respecto a los que viven en las ciudades o acceden a las escuelas privadas. «Hace cinco años se decidió abrir otras oportunidades y los colegios rurales pueden recomendar a sus alumnos más sobresalientes para llegar a la universidad sin necesidad de presentarse al Gaokao», comentó Chang, catedrático con más de 30 años de experiencia.
Por otro lado, la diversificación de la sociedad y los cambios de paradigma en cuanto al talento han hecho que algunos prefieran buscar otras opciones, como levantar negocios propios o ir a estudiar al extranjero, también estimulados por las ayudas del gobierno central para la capacitación en otros lares.
Wang Biqin, por ejemplo, tiene 18 años y aún está en el bachillerato y no pretende presentarse al Gaokao. «Me estoy preparando para otro examen que me permite estudiar después en el extranjero. Sobre el Gaokao, lo único que puedo decir es que hay que estudiar, estudiar y estudiar».
Mientras, Ma Ranjie vio en esta dura prueba la única oportunidad de «salir de un pueblo pobre y entrar a un mundo más amplio. Si no fuera por el Gaokao, muchos de mis compañeros todavía estarían en el pueblo», sentenció.