La reelección de Hassan Rouhani ratificó la determinación de Irán de afianzar su senda de desarrollo y apertura sin menoscabar la lealtad a la Revolución Islámica, una opción de complicado equilibrio aconsejada por la jerarquía político-religiosa del país. Según los resultados definitivos, el presidente logró un segundo mandato consecutivo de cuatro años gracias a los 23,5 millones de votos (57,1 por ciento).