El acatamiento irrestricto de Antonio Maceo a las autoridades y a las instituciones de la Revolución es probado. En carta al Mayor General Vicente García, había escrito, el 5 de julio de 1877: «…ante todo soy militar. (…) y no estaré donde no puedan estar el orden y la disciplina, porque vivir así sería llevar la vida a un perfecto bandolerismo».
Su respeto por José Martí y la defensa de este adquiere ribetes de magnificencia. En carta a Enrique Trujillo, el 22 de mayo de 1894, Maceo diría: «La guerra que usted hace al señor Martí es un crimen de lesa patria (…) Martí consagra todo su tiempo a la causa, sin otra recompensa que la censura imprudente».
Ante la imposibilidad de que Maceo se incorpore a la Guerra Necesaria, por no contar Martí con los fondos que –según aquel– necesita para costear una embarcación que lo lleve a Cuba, desde Costa Rica, con otros patriotas y sabiendo el Apóstol que Flor Crombet lo puede hacer con una suma menor, decide que Maceo se ponga a las órdenes de Flor, al decirle, en carta del 26 de febrero 1895, que: «Y como la ida de Ud. y de sus compañeros es indispensable, en una cáscara o en un leviatán,* y Ud. ya está embarcado, en cuanto le den la cáscara, –y yo tengo de Flor Crombet la seguridad de que, con menos de la suma ofrecida, puede tentarse con éxito la salida de los pocos que de ahí pueden ir en una embarcación propia, –decido que Vd. y yo dejemos a Flor Crombet la responsabilidad de atender ahí a la expedición». Maceo acató esta decisión y cumplió con humildad el mandato martiano.
También muestra del respeto y la consideración de Maceo por José Martí la encontramos al concluir la reunión de La Mejorana, cuando Maceo le ordenó al Comandante José Cefí Salas que –con una escolta– protegiera al general Gómez y a Martí en su tránsito hacia el Oeste.
Como complemento de lo anterior, en el Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba, se asevera que: «Un día después [de la entrevista de La Mejorana] (…) volvieron a encontrarse por última vez en la avanzada de las tropas comandadas por Maceo, ocasión aprovechada por Martí (…) para arengar y revistar las tropas, lo que selló la unidad indestructible de estos (…) héroes de la patria en la lucha por la independencia de Cuba».
En carta, desde La Jatía, el 12 de mayo de 1895, una semana después de la entrevista de La Mejorana, el Jefe de la Revolución le dice al Titán de Bronce que al General Gómez y a él: «le[s] preocupa la poquedad de las operaciones, la continua proveeduría de reses a las ciudades, y la desocupación de la mucha gente buena que ansía más guerra de la que hay». Para –seguidamente– ordenarle: «Súbase en los estribos, y haga arder los hombres a su voz». Y… Maceo cumplió la orden del Apóstol. Cuenta de ello lo dan sus brillantes victorias, el 13 de mayo, el 13 de julio y el 31 de agosto de 1895, en Jobito, Peralejo y Sao del Indio, respectivamente.
Como colofón de todo lo anterior, en informe al General Gómez, sin fecha, publicado por la revista Santiago, en su número 22 –de 1976– en la página 207, Maceo le expresa: «En Vijarú, donde acampamos el 28 del mismo mes de mayo, recibimos honda pena con la infausta nueva del fallecimiento de don José Martí. Cuba perdió en él un patriota incansable y un hombre de inteligencia clarísima que lo llevó a alcanzar el respeto y la estimación de ilustres personalidades del mundo entero».