Sobre la deidad mexicana del amor carnal, Xochiquetzal, se ha escrito mucho. Diversas interpretaciones la colocan como madre de las flores y experta en las artes. Sin embargo, hay un mito sobre la diosa que frailes como el franciscano Bernardino de Sahagún, padre de la etnografía en el continente, o el dominico Diego Durán, no mencionan en sus amplios estudios sobre el México antiguo.
"Les debió resultar muy poco pudoroso y creo que por eso no se la menciona", cuenta a RT Silvia Trejo, historiadora de arte prehispánico, iconografista y doctora en antropología.
Trejo ha pasado muchos años estudiando a Xochiquetzal. Publicó ya un texto sobe la diosa en la revista 'Arqueología mexicana' y está por publicar otro trabajo con 21 fotografías con códices. La experta intenta cotejar los mitos contados por los frailes con los códices existentes. Y cuenta que si bien algunos coinciden, hay mitos que no aparecen en los trabajos de los curas españoles.
Hay un mito muy particular del Códice Borgia. La historia envuelte al famoso dios Quetzalcóatl, dios de la serpiente emplumada y del conocimiento, a Xochiquetzal, y a los dioses del inframundo: "Quetzalcóatl se está lavando el miembro. Echa su semen en una piedra y el semen se convierte en un murciélago. Los dioses dicen al murciélago que vaya a morder y cortar un pedazo al sexo interior de Xochiquetzal. El murciélago lo hace, los dioses lo lavan y de ahí surgen flores que no huelen".
La historiadora continúa: "Pero el murciélago toma el pedazo y lo lleva al Mictlan (el inframundo mexica) y ahí el dios Mictlantecutli, o su mujer, lavan el pedazo. Entonces, del agua que surgen flores olorosas".
Una íntima relación entre sexualidad, resurrección y sabiduría queda representada en este mito. "Ella es fértil porque tiene por hijo al dios del maíz, que es lo más importante para el mundo prehispánico, y al dios de las flores. Pero además ella pare flores y se le representa con flores en casi todas las imágenes de los códices. Por ello es la diosa de la fertilidad por excelencia", revela Trejo.
Las alegradoras
Para la historiadora de arte prehispánico, las interpretaciones sobre Xochiquetzal dependen del pueblo que haya contado las historias a los frailes etnógrafos. Sin embargo, todas las advocaciones que tiene Xochiquetzal se refieren a la gran diosa madre que es la tierra: Tlaltecutli.
Xochiquetzal nació de los cabellos de esta diosa primigenia. Fue su hija más joven y bella. Xochiquetzal se casa primero con el dios Piltzintecutli. De él tiene dos hijos: el dios del maíz, Cintéotl, y después Xochipilli, dios del amor y las flores. Tláloc es su segundo esposo y se la lleva al Tlalocan, el primer cielo que está sobre un cerro que le llamaban Tamoachan, un lugar que todavía existe cerca del volcán Popocatépetl.
Luego la rapta Tezcatlipoca, el dios nocturno, y la lleva al noveno cielo para convertirla en diosa del amor. De ahí podrían partir las interpretaciones que la relacionan con la prostitución: "En los relatos a las prostitutas se les llaman Xochiquetzal. Lo que interpreto es que son representaciones, encarnaciones de Xochiquetzal".
La prostitución estaba prohibida en el imperio mexica. Las prostitutas, que se llamaban 'alegradoras' eran sus encarnaciones y estaban permitidas en este sentido: visitar a los guerreros en sus escuelas (tepochcalli) o recibirlos en burdeles.
"Es una manera divina de justificar el amor carnal", revela Trejo. "Había prostitutas, pero estaban reservadas a los guerreros. Las mujeres son botín de guerra, está justificado que los hombres guerreros tengan relaciones con ellas", abunda.
Un reflejo
El culto a Xochiquetzal estaba difundido en otras partes de México. En Michoacán, Xochiquetzal se hacía construir una tienda de campaña con un arcoíris en el mercado y desde ahí llamaba a los jóvenes que quería. Inclusive, actualmente, existe una casa para trabajadoras sexuales de la tercera edad llamada Xochiquetzal.
Además, durante las fiestas de Xochiquetzal había representaciones teatrales y burlescas con personas vestidas de mosca y murciélagos que peleaban jocosamente. Además, la diosa del amor carnal también tocaba música con un caparazón de tortuga, sonajas y cascabeles.
"Son las prostitutas, las alegradoras, las que producen ese placer. Se recopilaron cantos, himnos y poemas; en los primeros se habla de la alegradora que brindaba placer y se le compara con las flores", refiere Trejo.
"Es un reflejo de la sociedad. Los aztecas eran muy puritanos, pero estas prácticas justificadas divinamente en nombre de la diosa", concluye.
Al-Dabi Olvera