El continente está viviendo un momento de inflexión histórica. Ciertamente, después de diez años continuos de expansivas victorias políticas de las fuerzas revolucionarias y progresistas, existe un estancamiento de esta irradiación e incluso un retroceso territorial. En los últimos años, de un espíritu general de época caracterizado por la ofensiva hemos pasado a la defensiva política y electoral.