Nuestros hijos son también hijos de su época. En medida diversa, según las particularidades individuales, ambos factores intervienen en la formación de la personalidad y de los sueños que acompañan nuestras vidas. De ese modo, se constituye el perfil generacional. Portadores de historias de vida que consolidaron un hacer y un pensar, los adultos también conservamos rasgos generacionales.