Bajo la perspectiva de que el número de organismos con nombre sea ligeramente inferior al promedio histórico anual (fluctúa entre10 y 12 según la serie de años tomados como referencia), el venidero domingo primero de junio comienza la temporada ciclónica 2014 en nuestra región geográfica de interés, conformada por el Atlántico tropical, el Golfo de México y el mar Caribe.
Consistentes en un centro de bajas presiones alrededor del cual el viento gira en sentido contrario a las agujas del reloj en el hemisferio norte, acompañado de una extensa área de nublados con lluvias, chubascos y tormentas eléctricas, los ciclones tropicales surgen en el mar y pueden tener un radio de influencia de hasta 800 kilómetros. De ahí que el alcance de sus efectos se extienda mucho más allá del punto de ubicación señalado en el mapa.
Suelen originarse en el seno de una onda tropical, en la porción sur de un frente frío, en la zona de interacción de un frente frío con una onda tropical, o partir de agrupaciones nubosas concentradas, donde predominen condiciones de inestabilidad.
Los especialistas coinciden en manifestar que para su formación y desarrollo requieren, entre otras condiciones, que la temperatura del mar tenga valores superiores a los 26,5 grados Celsius, desde la superficie hasta una profundidad de al menos 45 metros.
Asimismo, los vientos en la atmósfera superior deben ser débiles y sin cambiar mucho de dirección y velocidad (baja cizalladura), propiciando que la energía logre concentrarse en la altura y pueda fortalecerse el sistema.
De acuerdo con la intensidad de los vientos máximos sostenidos promediados en un minuto, los ciclones tropicales se clasifican en depresión tropical (inferiores a 63 kilómetros por hora); tormenta tropical de 63 a 118 km/h, y huracanes cuando son iguales o superiores a los 119 km/h.
Para el caso específico de los huracanes existe la denominada escala Saffir-Simpson, que los dividen cinco categorías. Así son de categoría 1 aquellos cuyos vientos máximos sostenidos permanecen en el rango de 119 a 153 km/h; categoría 2 de 154 a 177; categoría 3 entre 178 y 208; 4 de 209 a 251, y categoría 5 a partir de los 252km/h. De la 3 en adelante son considerados huracanes de gran intensidad.
Vale aclarar que a veces organismos ciclónicos de menor fuerza ocasionan daños severos en dependencia de las vulnerabilidades y características particulares del lugar por donde pasen, velocidad de traslación, área de influencia, y los acumulados de lluvia que produzcan.
CARIBE OCCIDENTAL EN LA MIRILLA
Como reflejan los datos del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología, en junio la zona de formación de los ciclones tropicales se localiza fundamentalmente en el mar Caribe occidental, y en el Golfo de México.
De forma general los que surgen en la primera área mencionada tienden a moverse en un rumbo próximo al norte en la mayoría de las ocasiones. Así la región occidental de Cuba es históricamente la más expuesta a los efectos directos o indirectos de los organismos ciclónicos de inicios de la temporada, que finaliza el 30 de noviembre.
Entre los más notables que afectaron al país en el sexto mes del calendario aparece el huracán Alma del 8 de junio de 1966. Surgido como depresión tropical en el Golfo de Honduras, describió una trayectoria al norte nordeste y norte, para cruzar sobre la entonces Isla de Pinos y La Habana.
Produjo pérdidas de consideración en la agricultura de las provincias occidentales y sus vientos huracanados dañaron de forma apreciable el servicio eléctrico y el arbolado de la capital.
También figura la tormenta tropical Agnes, la cual pasó al oeste y muy cerca del Cabo de San Antonio el 17 de junio de 1972, y cuya extensa área de nublados ocasionó intensas lluvias y la crecida de ríos y arroyos en buena parte del archipiélago cubano.
Muchos pinareños recordarán los torrenciales aguaceros asociados al paso relativamente cercano del huracán Alberto por los mares próximos a la costa norte de Pinar del Río, a principios de junio de 1982, que provocó una de las mayores inundaciones registradas en esa ciudad, así como en las localidades de Isabel Rubio y Guane.
Al margen de que el número de ciclones con nombre (reciben denominación cuando alcanzan la fuerza de tormenta tropical) sea menor o no al reportado en las cuatro temporadas precedentes, lo importante es ser previsores y ejecutar de manera oportuna las acciones dirigidas a salvaguardar la vida humana y proteger los recursos de la economía ante cualquier evento meteorológico que pueda presentarse.
Nombres de los ciclones tropicales para esta temporada:
Arthur, Bertha, Cristóbal, Dolly, Edouard, Fay, Gonzalo, Hanna, Isaías, Josephine, Kyle, Laura, Marco, Nana, Omar, Paulette, René, Sally, Teddy, Vicky, Wilfred.