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General: LOS CICLONES SE VAN HACIA LOS POLOS ...
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 15/05/2014 12:25

Los ciclones se van hacia los polos

La fase de más intensidad de los tifones se desplaza unos 50 kilómetros por década

Distribución global de los ciclones tropicales en su fase de mayor intensidad entre 1982 y 2012. / NATURE (EL PAÍS)

Muchas regiones del planeta, especialmente en el Pacífico y en el Índico, que solían estar a salvo de los devastadores efectos de los ciclones tropicales, tienen cada vez más riesgo de ser asoladas periódicamente por estas gigantescas tormentas especialmente intensas. El tifón Haiyan (2013), o los huracanes Katrina (2005) y Sandy (2012) son dramáticos ejemplos. La actividad de los ciclones tropicales, desde hace 30 años, se está desplazando desde la banda tropical hacia los polos al buen ritmo de algo más de 50 kilómetros por década (53 y 62 kilómetros en los hemisferios Norte y Sur, respectivamente). A la vez que la fase de máxima intensidad de las tormentas migra hacia latitudes altas y amenaza a las zonas costeras allí, el riesgo puede ser menor en las regiones tropicales que tradicionalmente soportan tifones y huracanes. Pero este potencial alivio puede a la vez convertirse en un problema ya que estas tormentas de vientos huracanados y generadoras de inundaciones son clave para alimentar las reservas de agua en esas regiones.

 Pese a que hay muchas incógnitas aún acerca de los mecanismos y la futura evolución de esta migración de los ciclones, los científicos constatan que el fenómeno coincide con la conocida expansión de los trópicos hacia los polos, fenómeno que se ha relacionado, al menos en parte, con el cambio climático inducido por la actividad humana. “Ahora que vemos esta clara tendencia, es crucial comprender sus causas de forma que podamos anticipar qué va a ocurrir en los próximos años y décadas”, señala Gabriel Vecchi, científico de la Agencia Nacional de Océano y Atmósfera (NOAA) estadounidense.

Imagen en infrarrojo del tifón Usagi desplazándose hacia Hong Kong en 2013. / NOAA

James Kossin (NOAA), Vecchi y Kerry A. Emmanuel (científico del Instituto de Tecnología de Massachusetts), han analizado la tendencia de los ciclones tropicales localizando dónde alcanza cada uno su máxima intensidad. Así han descubierto el proceso de migración hacia latitudes cada vez más altas. Y este desplazamiento, afirman en su artículo en la revista Nature, “puede relacionarse con la expansión tropical que se considera tiene una contribución antropogénica”.

Las tormentas tropicales intensas o ciclones (denominados tifones en la región del Pacífico occidental y huracanes en el Atlántico) son fenómenos que se originan en condiciones de bajas presiones, altas temperaturas del agua oceánica, máxima humedad y no mucha diferencia entre las velocidades del viento en la baja y alta troposfera. Los requisitos para su formación se dan precisamente en los trópicos y se desarrollan y desplazan alimentados por el agua del mar, por lo que se desvanecen al poco de llegar a las regiones costeras, donde producen, al entrar, daños devastadores sobre todo si la población no está preparada y protegida. Estas condiciones imprescindibles impiden que el desplazamiento hacia los polos observado continúe indefinidamente, señala Hamish Ramsay, experto de la Universidad Monash (Australia), al comentar el trabajo de Kossin y sus colegas. Sencillamente llega un momento en que el régimen de vientos y la esencial temperatura alta del agua (unos 26 grados) impiden la supervivencia del ciclón tropical, a no ser que se den “cambios no plausibles de las restricciones físicas fundamentales en la circulación atmosférica, como la tasa de rotación de la Tierra”, ironiza Ramsay.

Pese a que los ciclones tropicales se conocen bien y se observan y vigilan perfectamente, lo que facilita la alerta para que las zonas de riesgo puedan prepararse, en la investigación del cambio climático vienen siendo una pesadilla, hasta el punto de que en el último informe (AR5) del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas se clasifica con un “nivel de confianza bajo” la predicción para el futuro de una mayor intensidad de la actividad de estos fenómenos. Un problema es que su frecuencia es relativamente baja como para poder discernir claramente una tendencia en las décadas recientes, en las que se tienen datos precisos sobre los ciclones.

La expansión de los trópicos está relacionada con el cambio climático

“Hace falta investigar más y a más largo plazo para poder determinar si el desplazamiento hacia los polos de la máxima intensidad de los ciclones puede ser relacionada con la actividad humana”, advierten ahora muy prudentemente los investigadores de la NOAA. Y el fenómeno no es uniforme, según los resultados de Kossin, Emanuel y Vecchi, con la máxima migración observada en los últimos 30 años en el Pacífico Norte y Sur, así como en el Índico, mientras que no se observa esta tendencia en el Atlántico.

“Los hallazgos de Kossin y sus colegas aportan conocimiento sobre la respuesta de la actividad global de los ciclones tropicales al cambio climático”, señala Ramsay. Sin embargo, añade, quedan pendientes de respuesta cuestiones clave, como si los futuros cambios en los patrones de vientos harán que los ciclones se acerquen más o se alejen de las costas; qué mecanismos concretos están provocando la expansión tropical y cómo encaja esto con los factores conocidos que modulan la intensidad de los ciclones tropicales.

 

El trópico ensanchado

La franja tropical de la Tierra es cada vez más ancha. La frontera entre los trópicos y las latitudes medias, definida por los regímenes específicos de vientos se está expandiendo, debido al calentamiento global, hacia latitudes cada vez más altas. Y aunque a menudo se identifica el trópico con regiones húmedas, precipitaciones torrenciales y vegetación exuberante, precisamente la frontera con las latitudes medias significa lo contrario: los grandes desiertos tórridos del planeta. Desde 1979, el cinturón atmosférico tropical se ha ensanchado entre 225 y 530 kilómetros, sumando el efecto en ambos hemisferios.

La circulación atmosférica es determinante en las condiciones climáticas del trópico y se caracteriza por las corrientes en ascenso desde el ecuador y el descenso en la zona subtropical (cédulas de Hadley). Esa circulación térmica, con el aire seco descendiendo hacia la superficie terrestre es la que genera los desiertos, y el desplazamiento hacia latitudes altas de la frontera significa que las regiones de las latitudes subtropicales se van desertizando, con cambios en los regímenes de precipitaciones y tendencia a sufrir más frecuentes sequías. La zona del Mediterráneo, el suroeste de Estados Unidos, el sur de Australia, el norte de China y el Altiplano sudamericano son zonas claramente afectadas, por lo que los expertos ya advierten que cada vez tendrán un clima más seco y más caliente, sobre todo en verano.

Es, fundamentalmente, el calentamiento global inducido por la acción humana el que está provocando estas alteraciones climáticas, señalan los científicos. Han identificado algunos factores concretos que intervienen en la expansión tropical, además del incremento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, como la mayor concentración de aerosoles (partículas contaminantes emitidas en la quema de combustibles fósiles) o la circulación del ozono estratosférico.

La expansión registrada de los trópicos, desde hace 35 años, ha sido de entre medio y un grado de latitud por década



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De: Ruben1919 Enviado: 15/05/2014 12:27

Una isla caribeña quiere ser a prueba de huracanes

En este artículo: Accidente, Cuba, Huracán
17 junio 2010 | +

Por Patricia Grogg, enviada especial

NUEVA GERONA, Cuba, jun (Tierramérica) – Los habitantes de la Isla de la Juventud, la segunda mayor del archipiélago cubano, saben mucho de huracanes, pero no les alcanzó para desarmar el poder destructivo de Gustav, que pasó sobre sus cabezas hace dos años.

El desastre fue enorme y todavía se estremecen ante el mero recuerdo. La preocupación se acrecienta en este municipio especial, situado frente a la costa sudoccidental de Cuba, con los anuncios de que la actual temporada ciclónica, que se extiende del 1 de junio al 30 de noviembre, será muy activa.

“Perdimos la casa y 90 por ciento de lo que teníamos. Nunca en la vida habíamos pasado algo tan intenso. Aquello fue terrible”, dijo Justo Carillo a Tierramérica, al recordar los estragos causados por Gustav el 30 de  agosto de 2008, que junto con Ike y Paloma causaron pérdidas por 10.000 millones de dólares para este país, según datos oficiales.

Como todos sus vecinos, este hombre y su familia fueron evacuados a un lugar seguro con antelación al paso del huracán y luego vivieron en una casa de emergencia.

Por estos días acaban de mudarse a su nuevo hogar en una sólida edificación de 65 apartamentos que “aguanta cualquier huracán”, según afirma.

Lo que hoy es un conjunto residencial antes fue un instituto preuniversitario en el campo, cerrado tras la decisión de trasladar esa enseñanza a las zonas urbanas. Las amplias aulas fueron transformadas en viviendas y en el primer piso se habilitaron espacios para una escuelita primaria, jardín infantil, cafetería y otros servicios.

“Todo se hizo a menor costo”, asegura Carillo, quien figura entre los residentes que aceptaron integrar una Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) para aprovechar las áreas cultivables aledañas. “Nos estamos organizando, yo tendré la vaquería para abastecer de leche fresca a la comunidad. Me darán un crédito para empezar”, explicó.

Datos oficiales indican que más de 18.000 inmuebles de la Isla de la Juventud sufrieron daños por el huracán de categoría cuatro en la escala Saffir-Simpson, con vientos de 210 a 250 kilómetros por hora. Hasta el momento se han recuperado 13.700 viviendas y se prevé aumentar el fondo habitacional en más de 400.

Las medidas de prevención evitaron muertes, pero más de 40 personas sufrieron lesiones y debieron ser atendidas de urgencia en el hospital Héroes del Baire, único de ese nivel en esta capital para atender a los casi 87.000 habitantes del municipio.

La emergencia puso en máxima tensión al hospital, sometido a reparaciones desde 2006 y severamente afectado por el huracán.

Aún así, su personal debió atender heridos y mover de nuevo a los pacientes que habían sido trasladados con antelación a sitios del hospital cuya seguridad colapsó con el ciclón.

Ese centro sanitario es parte de un proyecto para ser el primer “hospital seguro” ante situaciones de desastres del país, con apoyo del Centro Latinoamericano de Medicina de Desastres (Clamed), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid).

El plan, en pleno desarrollo, dejará a la institución preparada para mantener su capacidad de funcionamiento el mayor tiempo posible, lo cual requiere garantizarle servicios de agua, energía eléctrica, tratamiento de residuos y generación de vapores y gases medicinales.

En materia de recursos humanos, hay que capacitar al personal para enfrentar contingencias extremas. “Cuando un fenómeno de este tipo sucede, todo se pone en función de esa emergencia, las funciones de los médicos se adecuan a las urgencias”, explicó a Tierramérica el director del hospital, Yosvani Tamayo Garrido.

Isla de la Juventud tiene un bien aceitado sistema de meteorología con un centro en Nueva Gerona, la ciudad cabecera del municipio, tres estaciones de superficie y un radar ubicado en Punta del Este, en el extremo sudeste de ese territorio. Pero sus técnicos prefieren no entrar en detalles sobre pronósticos para la nueva temporada ciclónica.

“Se prevé una temporada más activa que el promedio, pero la práctica ha dicho que no se puede pronosticar el número de organismos que tendremos con tres meses de antelación”, declaró a Tierramérica el meteorólogo Edgardo Soler, quien recuerda que lo importante es reducir vulnerabilidades.

A fines de mayo, la estadounidense Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) reportó que en el océano Atlántico podrían formarse entre 14 y 23 tormentas tropicales, entre ocho y 14 de ellas podrían convertirse en huracanes, siete de ellos de gran intensidad.

Los especialistas coinciden en que en esta potencial mayor actividad influyen factores que favorecen el desarrollo de los ciclones tropicales, como las altas temperaturas en las aguas del Atlántico y el debilitamiento del fenómeno climático de El Niño, la fase cálida de la Oscilación del Sur (ENOS) provocada por el calentamiento de la superficie del océano Pacífico.

*Este artículo fue publicado originalmente el 12 de junio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 17/09/2017 13:45

Ahora aparece María y se dirige a las zonas del Caribe que ya fueron azotadas por el huracán Irma

Publicado: 17 sep 2017 10:17 GMT
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Mientras José se acerca a las costas de EE.UU., en el Atlántico acaba de formarse la tormenta tropical Lee, que también avanza con dirección al continente americano.

Ahora aparece María y se dirige a las zonas del Caribe que ya fueron azotadas por el huracán Irma
Jonathan Drake / Reuters
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La madrugada de este domingo, en el océano Atlántico se ha formado otra tormenta tropical que en las próximas horas se convertiría en huracán y afectaría a las zonas que ya fueron azotadas por Irma, reporta la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA, por sus siglas en inglés).

Se trata de María, que por el momento se encuentra en la parte oriental del mar Caribe, a unos 740 kilómetros al sureste de las Antillas Menores y se desplaza con dirección noroeste con vientos máximos sostenidos de 100 km/h. Según pronósticos de la NOAA, en las próximas 48 horas María se fortalecerá hasta convertirse en un huracán de categoría 1.

Las respectivas alertas ya han sido emitidas para Barbados, Santa Lucía, Martinica, San Vicente y las Granadinas, Dominica y San Martín, así como también para Antigua y Barbuda, San Cristóbal y Nieves, Montserrat y Guadalupe. De esta manera, María azotaría algunas de las islas caribeñas que ya fueron devastadas la semana pasada por el paso del huracán Irma.

Pero este sábado, en el Atlántico oriental se formó otra tormenta tropical: Lee. Sin embargo, los pronósticos indican que este ciclón no se intensificaría y que en las próximas 48 horas probablemente se debilite a depresión tropical sin que llegue a tocar tierra.

Estas nuevas tormentas atlánticas se unen al huracán José, que gira alrededor de unos 680 kilómetros al este del cabo Haterras (Carolina del Norte, Estados Unidos), y que llegaría a suelo estadounidense la tarde del lunes.



 
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