Oly Millán Campos y Paulino Núñez|

 “La deuda pública se convierte en una de las más poderosas palancas de la acumulación originaria”[1]

“Desde el momento mismo de nacer, los grandes bancos, adornados con títulos nacionales, no fueron nunca más que sociedades de especuladores privados que cooperaban con los gobiernos y que, gracias a los privilegios que éstos les otorgaban, estaban en condiciones de adelantarles dinero”.[2]

Introducción

En Venezuela a diferencia de otros países de la región; como por ejemplo Argentina, la palabra deuda no representa un tema que sea de lucha cotidiana del movimiento revolucionario, como tampoco lo es para el común de la población. Sin embargo, sabemos que, desde el siglo XIX[3], gran parte de la gestión pública ha estado financiada por los compromisos de pago futuro en los cuales se ha comprometido a la república, gestiones en las cuales han incurrido muchos gobiernos utilizando como mecanismos legales la promulgación anual, a través del poder legislativo, de las leyes de presupuesto que le han servido de sustento legal a las diversas acciones de endeudamiento público en los cuales se ha comprometido financieramente al país.

Visto así,  la deuda externa es totalmente ajena a la población porque, entre otras razones,  se  ha hecho creer que por ser Venezuela un país petrolero y que, además por poseer una de las reservas petroleras más grandes del planeta, el país siempre contará con recursos, por lo tanto  un gobierno que se aprecie de servir al pueblo debe entonces centrar su gestión en generar un “reparto equitativo” de esa “enorme” renta petrolera. De este modo, tanto en el pasado reciente como en el presente, se sigue cometiendo el pecado capital de seguir fortaleciendo la cultura rentística expresada en el argot popular que dice: “dame mi chorrito de petróleo” y creer que este siempre cuan balancín petrolero, estará generando recursos de forma permanente, aunque para ello se tenga que comprometer el futuro del país.deuda

En este trabajo, nos hubiese gustado realizar un recuento histórico sobre lo que ha sido la deuda venezolana a lo largo de los últimos treinta años, es decir, concretamente desde los inicios de los años ochenta del siglo pasado, cuando estalla la crisis estructural de la economía que revela, entre otros aspectos, que el modelo de Industrialización Sustitutiva de Importaciones  no fue más que un proceso de industrialización espuria y que era perentorio cambiar la estructura económica, caracterizada por un capitalismo rentístico centrado en el petróleo como motor principal de la dinámica de la economía venezolana. Sin embargo, por razones de tiempo trataremos de hacer un esfuerzo para encontrar las diversas interrelaciones existentes entre el carácter de la actual deuda externa venezolana y la fuga delictiva de recursos financieros como mecanismo de captura de la renta petrolera. Mecanismo este tan presente ayer como hoy.

Sabemos que la fuga de capitales, es un fenómeno que no es solamente atinente a los países de América Latina, donde Venezuela no es ni será la excepción, sino que involucra, en mayor o menor medida, a todos los países del planeta, ya que, en esta era del internet de las cosas el capital financiero no solo se ha incrementado y concentrado en cada vez menos manos, sino que se ha convertido en un fenómeno que en tiempo real, busca permanentemente revalorizar su valor y, en esta vorágine, el tema deuda cobra una importancia suprema porque se convierte en un mecanismo “legal” para comprar países, ejercer un control social y apropiarse de las riquezas naturales y obviamente garantizar la reproducción histórica del capital.

Pero antes de abordar concretamente el tema deuda, demos un paseo rasante sobre la situación actual de la economía venezolana.

Sigue....