De paso por su casa, situada en la calle Lugareño y San José, en el reparto América Latina, es raro no hallarla cada tarde hablando con Ramona Canosa, la vecina más cercana. Hace meses por la postura erecta que asume y la conversación coherente sostenida, era inimaginable pensar que el 26 de septiembre de este año era llegara a los 103 años. Fue para mí una sorpresa.