Una y otra vez durante las últimas semanas se ha escuchado —con ligereza— hablar sobre la posibilidad de un congelamiento en las relaciones diplomáticas entre La Habana y Washington, con argumentos que rayan lo inverosímil, y se esgrime como punta de lanza un supuesto ataque acústico contra funcionarios estadounidenses en Cuba, con afectaciones a la salud de algunos de ellos. Pareciera que la retórica anticubana vuelve a estar de moda tras la llegada a la Casa Blanca de un Gobierno republicano.